Sospechas
Yo quería vigilar a la vecina de abajo porque creía que era una bruja. Cuando le conté mis planes a mi mujer, me miró francamente mal. Con displicencia, me hizo ver lo absurdo y peligroso de mi idea: tenía razón en todo, y así se lo dije. Pero esa tarde, cuando ella aun no había vuelto de trabajar, me deslice por una tubería del patio de luces y me colé en la galería del piso de abajo. Por una ventana vi, en efecto, cómo mi vecina entonaba cánticos inquietantes y, junto a mi mujer, clavaba alfileres en una foto mía.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
21 enero, 2002
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