Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

28 septiembre, 2002

Las reglas del juego

El juego consiste en averiguar las reglas que lo rigen. Los jugadores vagan en grupo durante días por las calles, hasta que alguien aparece de repente, rodeado de cámaras y micrófonos, y agrede a uno de ellos, y da dinero a otro, y a un tercero le escupe y le dice palabras bonitas. Cuando se han ido los gritos y los focos los jugadores se miran con recelo y buscan una señal que de pistas del orden. El que tiene el dinero empieza a tener miedo, aunque no sabe si las reglas lo permiten. Después, mientras estén durmiendo, algunos morirán.

27 septiembre, 2002

Shock

Desperté tumbado en el suelo de la cafetería, bañado en sangre que creía mía pese a no sentir dolor. Luego vi los cuerpos tendidos, los impactos de bala. Me incorporé despacio, confundido, y vi que los clientes y los camareros estaban muertos, y el miedo y el asco se mezclaron con la alegría de pensar que yo me había salvado, echado bajo la mesa, donde me habrían dado por muerto. Absorto en el horror, aturdido, oía las sirenas cada vez más cerca, preguntándome quién podía hacer una cosa así, hasta que me percaté de que aun llevaba colgado el subfusil.

26 septiembre, 2002

Puerta cerrada

Papá siempre nos dice a mi hermana y a mi que podemos jugar por toda la casa, pero que nunca nos acerquemos a la última habitación del pasillo de arriba, y un día se puso furioso, me pegó porque me vio con la oreja pegada a la puerta, pero cuando mi papá duerme recorremos despacio el pasillo y nos agachamos para ver la luz, y esperamos a que se oiga otra vez esa voz rara que susurra, que nos recuerda a la de mamá, pero no puede ser mamá porque papá nos dijo que Dios se la llevó al cielo.

25 septiembre, 2002

Novela perdida

Cuando acabó la novela cometió un error informático y perdió el fichero que la contenía. Desesperado, sin copias de seguridad, intentó recuperar la información rebuscando inútilmente en las entrañas del ordenador. Al darse cuenta de que el daño era irreparable, sintió que le habían robado todo el tiempo que dedicó a crearla. Tardó mucho en sobreponerse, pensaba que nunca volvería a escribir, pero los fantasmas de su novela inexistente le llenaban las noches de sueños turbios, así que finalmente decidió rehacerla. Ahora los personajes eran más amargos, más cínicos y desesperados, y la amante del protagonista no sobrevivía al accidente.

24 septiembre, 2002

Invitación al zoo

Tenía una invitación para un acto en el zoo, donde no iba desde pequeño. Al entrar le indicaron el lugar sobre un plano. Localizó la puerta de acceso y se extrañó de ver el interior tan oscuro. Se trataría, supuso, de algún acuario, o de aves nocturnas. Siguió por el pasillo, abrió la puerta del fondo, y cuando se cerró tras de sí vio por fin las rejas, y la gente al otro lado, riéndose de él y tirándole cacahuetes. No llegó a comprender que era el invitado de excepción del martes, cuando dejan entrar a ver comer al tigre.

20 septiembre, 2002

Virtualidad real

Llevaban algo más de un año casados cuando recibieron una carta del Ayuntamiento en la que se les comunicaba que uno de los dos no era real. Les invitaban a pasarse por el laboratorio municipal de su barrio donde, tras una breve comprobación, les indicarían quién era auténtico y quién una ficción virtual. Dudaron sobre si acudir o dejar que su amor continuara más allá de tecnicismos. Pero, movidos por el civismo y el miedo a la desobediencia, se sometieron a las pruebas. Hoy uno de ellos vive solo, y el otro está cautivo digitalmente en un disco de ordenador.

19 septiembre, 2002

Localización por satelite

Me compré un sistema de posicionamiento por satélite, un GPS de andar por casa, para estar constantemente localizable. Mi mujer, conectándose a Internet desde el salón, puede saber si estoy en la cocina, en el balcón, o acercándome por el pasillo. También puede mandarme entonces un mensaje al móvil, con mis coordenadas, para que yo mismo sepa dónde estoy en ese momento. Por la noche ella discute sobre la utilidad de las nuevas tecnologías, y tengo que recordarle aquella vez en que tardó varios días en descubrirme oculto dentro de un armario empotrado, mientras que ahora lo haría en minutos.

18 septiembre, 2002

La estación

Hacía años que por aquellas vías no circulaba el ferrocarril, pero la gente del pueblo seguía acudiendo a la estación, cargados de maletas e ilusiones, esperando en vano durante horas o días, hasta que el hastío y la necesidad les hacían volver a sus casas, avergonzados de sí mismos por su infantil esperanza. Un día la gente del pueblo asumió la realidad, y se armaron de picos y palancas para derribar la estación. Esa noche el pueblo enloqueció, y todos festejaron el derribo sobre los escombros y los raíles retorcidos. Mientras el alcalde leía un discurso oyeron acercarse el tren.

17 septiembre, 2002

Nuestro enemigo el panadero

La reunión de vecinos se convocó de urgencia para mostrarnos que el panadero era nuestro enemigo. Dijeron que su sonrisa afable ocultaba un monstruo; que, si quería, podía envenenar los pasteles de cumpleaños y los bombones que se regalan los enamorados, un horror al que ningún vecino quería arriesgarse. Él no asistió a la reunión, pero quienes intentaron defenderlo o pidieron ver las pruebas tuvieron que salir entre abucheos y algún golpe. Restablecido el consenso, nos describieron crudamente cuanto tarda en morir un niño envenenado, y mientras crecía en nosotros el miedo y la rabia, empezaron a repartir las hoces.

16 septiembre, 2002

Despertar

Se siente descansado, tanto tiempo dormido tras el accidente que recuerda nada más despertar, imágenes de hierro y humo, el golpe y el olvido, tres años desaparecidos respirando por tubos y motores, sin que los médicos pensaran jamás que fuera posible aquella resurrección, nunca pudieron imaginar que tras quitar las máquinas y mostrar líneas planas sus constantes vitales, consiguiera revivir, y por eso certificaron su muerte, por eso él ahora se da un golpe en la cabeza al incorporarse, y entiende que todo esté tan oscuro y el aire sea denso, comprende que ha despertado tarde, tan hondo, tan abajo.

12 septiembre, 2002

La planta

Compró la planta porque le gustó su tronco grueso y retorcido, sus flores negras, y porque nunca había visto una igual. La puso en el salón. Esa misma noche, mientras dormía, empezaron a salir los gusanos, pequeños e incontables, por las grietas del tallo. Por la mañana, al levantarse, no percibió nada extraño, pues estaban ocultos bajo armarios o en las rendijas que quedan entre los muebles. Mientras estaba en la oficina, fueron muriendo por todos los rincones de la casa, semillas ahora de otras plantas o insectos o seres aun sin nombre donde crecerían más gusanos, pequeños e incontables.

11 septiembre, 2002

Consejos paranormales

Una vidente me aseguró, tras examinarme el aura, que en mi casa habitaban monstruos. Sin darme más detalles, me quiso vender unas velas para ahuyentarlos, hechas con cera y alas de mosca. Obviamente hice caso omiso de sus consejos, y volví a casa dispuesto a descubrir por mi mismo a los presuntos monstruos. Yo no creo en presencias espectrales, y en mi piso, lo comprobé bien, no había nadie más. Así que aquella bruja debía referirse a las cucarachas que, aunque de considerable tamaño y movilidad, viven conmigo en tranquila armonía, y así seguirá siendo pese a la magia negra.

10 septiembre, 2002

Cuento cifrado

Este cuento contiene un mensaje cifrado, aunque en apariencia repite la eterna historia de guerras, viajes y búsquedas. Un soldado huye de su ciudad cuando está a punto de caer en manos enemigas. Desde la segura lejanía, ve arder la ciudad, y oye gritos de mujeres que no han podido irse. Se da cuenta entonces de que esos gritos y esas llamas lo perseguirán siempre. Para olvidarlas, busca en las tabernas vinos fuertes y mujeres fáciles. Un día encuentra a un anciano al que no reconoce, aunque es él mismo. El viejo le da este cuento para que lo descifre.

07 septiembre, 2002

Mal negocio

Vendió su alma al diablo a cambio de cuatro baratijas, y cuando se dio cuenta del mal negocio que había hecho fue a reclamarla, pues le habían asegurado que tenía 15 días de plazo si no quedaba satisfecho con la transacción. En las oficinas le pidieron el recibo, y él tuvo que explicarles que se trataba de un contrato oral, sin papeles de por medio. Sin recibo, le dijeron tras escucharle, no hay devolución. Desanimado, nunca mejor dicho, pidió la hoja de reclamaciones y se despachó a gusto. Al salir a la calle, sintió el impulso de matar a alguien.

06 septiembre, 2002

Niebla

Es la ciudad más contaminada. La gente sale a la calle con lamparillas, para no chocar unos con otros entre la densa oscuridad. Ya no hay escaparates en las tiendas, pues nadie puede verlos. Los coches vagan perdidos, proclamando su desolación a bocinazos, motores fantasmales en un laberinto de asfalto y hierro, oculto entre la niebla de carbón y alquitrán. Muchos se pierden en el humo espeso, y se cuenta que vagan eternamente por calles lóbregas. Los niños, sin embargo, se mueven entre las tinieblas con naturalidad, juegan en los parques, y por las risas saben donde están los demás.

04 septiembre, 2002

Máquina de bebidas

Desde que han instalado la nueva máquina de bebidas, la gente de mi oficina está muy contenta. Era una reivindicación antigua, tener un espacio donde poder sacar un café o un té mientras uno se toma un pequeño receso del trabajo. Sin embargo, creo que tanta alegría no es normal: han dejado de criticar las decisiones de los jefes, hacen horas extras sin que se las paguen, y asumen los objetivos estratégicos de la empresa con entusiasmo, aun cuando éstos sean disparates irrealizables. Por si acaso, he decidido no usar la máquina, e intentaré descubrir qué le añaden al café.

03 septiembre, 2002

Juegos infantiles

Encontró a las niñas cuando ya llevaba rato perdido. Un atajo mal elegido y un pinchazo inoportuno le habían dejado desorientado y confuso en medio de una carretera medio abandonada. Tiempo atrás habían circulado por allí camiones que conducían a la antigua mina de carbón. La vegetación era densa y oscura a causa del polvo y del hollín. Se extraño de que las niñas jugaran solas en el bosque, y a esa hora. Les preguntó amablemente por un teléfono desde donde llamar, pero ellas prefirieron quedarse jugando con él, a atarlo, a pincharlo, a esconderlo para que nadie lo encontrara.

01 septiembre, 2002

Muerte en el balcón

Una paloma fue a morir a su balcón. La descubrió de noche, y aunque sabía que no había motivo para el miedo, la presencia de la muerte en su terraza le producía un desasosiego del que no podía liberarse. Intentó ahuyentarla, pero no se movía del rincón, agitando apenas la cabeza ante sus vanos esfuerzos por asustarla. Cerró entonces el balcón, y echó las cortinas. Mañana recogería su cuerpo inerte para echarlo a la basura, eso era todo, podía ir a dormir tranquilo. Apartó las cortinas una vez más. La paloma, con los ojos cerrados, aun temblaba. Dentro, él también.