Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

22 diciembre, 2003

Problema postural

El doctor se le acercó de nuevo, con el instrumental. El dolor era intenso, lacerante. Es un problema postural, le aseguró el doctor sin dejar de manipularle la pierna, intensificándole el dolor. Tiene los músculos lesionados, una tendinitis grave, y riesgo de desgarros, insistió el doctor, mientras él chillaba. Un problema postural, si, podríamos llamarlo así. Debe tenerlo en cuenta, o la pierna le seguirá doliendo, aún más, y luego el dolor pasará a la otra pierna, podría llegar a perder las dos si usted no modifica su postura inflexible y acepta por fin contarnos todo lo que sabe.

19 diciembre, 2003

Cirugía

El cirujano acerca el bisturí a la médula. No es una operación complicada, pero hay que ir con cuidado, mantener la atención en cada instante. El cirujano separa los tejidos procurando no dañar los nervios, y recuerda entonces, como en un flash, que su mujer le ha pedido que cuando vuelva a casa no olvide de pasar por el supermercado y comprar papel de cocina y aceite, y piensa en ese momento que el coche aun está en el taller y deberá volver andando, maldito carburador, y entonces se da cuenta, pero ya es tarde, dios mío, qué he hecho.

17 diciembre, 2003

La mordedura del burro radioactivo

Ocurrió que mientras visitaba una feria de ganado, y por circunstancias que no vienen al caso, me mordió un burro radioactivo. Obviamente adquirí sus poderes, pero no creí conveniente darme a conocer haciéndome llamar el Hombre Burro, asi que decidí mantener el anonimato. Siempre intenté ocultar mis poderes, pero creo que en las reuniones de trabajo algunas de mis intervenciones hacían sospechar, en ocasiones, a alguno de los asistentes. Fue así como, poco a poco, supe aprovechar mis habilidades adquiridas para ir escalando posiciones. Hoy, que ya domino el mundo, podré desvelar por fin ante mis súbditos mi verdadera identidad.

16 diciembre, 2003

Apompaios

Ya le tenemos, y el pueblo corrió a ver como le paseaban, cautivo, en procesión, y los sacerdotes dijeron, he aquí la causa de nuestros males, ved aquí uno que odiaba a los hombres y ved que fuego y azufre serán su castigo. Y el pueblo vió que aquello era bueno, y cantaron y se regocijaron, y ovacionaron a sus reyes y buscaron leña para preparar la hoguera. Viendo arder la causa de sus males y sus cuitas, la multitud sintió que el fuego era bueno. Pero la maldad persistía, así que pronto buscaron más leña y alimentaron más llamas.

11 diciembre, 2003

Móviles

Yo era de los que no creía que las ondas de los móviles pudieran afectar a la salud. Pensaba, iluso de mí, que eran exageraciones, inventos de ecologistas tecnófobos. ¡Cuan equivocado estaba! Yo, que llevo siempre mi móvil en el bolsillo interior de la chaqueta, empiezo a percibir claramente pequeñas vibraciones contra mi pecho, emanaciones radioeléctricas que recorren mi sistema nervioso, alteran mis sinapsis, y me impiden sonreír a los niños o auxiliar a los pobres. Pulsos hertzianos que avanzan por mi médula espinal hasta mi cerebro, disolviendo las neuronas y forzándome a escribir en cien palabras majaderías como ésta.

04 diciembre, 2003

Protección (Homenaje a Frank Miller)

La pobre niña estaba indefensa ante los peligros y las maldades del mundo, así que sus protectores taparon sus oídos para evitar que oyera cosas terribles, que podían herirla y dañarla. Luego usaron el esparadrapo para cerrar sus ojos, y protegerla así de visiones que pudieran traumatizarla o influir negativamente en su maduración. Taparon su nariz con algodones, para que ningún olor la molestara o la incitara a pecar. Otro trozo de esparadrapo cubrió su boca, en diagonal, y una última tira formaría una cruz perfecta sobre sus labios cerrados. 'Estate tranquila, bonita. Uno más, y estarás totalmente a salvo'.

02 diciembre, 2003

Consultoría

En mi empresa encargaron una consultoría para realizar un estudio previo orientado a decidir la subcontratación del seguimiento de los proyectos que realizan empresas externas. Los consultores nos reunieron y repartieron hojas en blanco para que las llenáramos con nuestras ideas, y las fueron colgando por las paredes de la oficina. Por las tardes, según el plan, la señora de la limpieza subrayaba con rotuladores fosforescentes las frases más interesantes. Luego los consultores recogieron los papeles, y encargaron a un becario pasarlos a limpio. El informe gustó mucho a los jefes, pero a la señora de la limpieza la despidieron.

01 diciembre, 2003

Domingo

Será un domingo tranquilo, en casa, y observa aliviado desde el balcón el denso tráfico, y de pronto está allí, ante un volante en el calor del embotellamiento y, con el pie en el freno, mira pasar un tren allá a lo lejos, y de pronto está allí, sentado en el vagón junto a la ventana, viendo cómo la carretera va quedando atrás y el paisaje desfila ante sus ojos desconcertados, y ve pasar una granja, y un campo con vacas, y de pronto está allí, paciendo estupidamente mientras ve alejarse el tren, ese domingo que iba a ser tranquilo.

27 noviembre, 2003

Cuento mágico

Lo difícil no fue escribir el cuento, sino aplicarle la magia que había aprendido. Tras los conjuros, el cuento ya no podía ser leído dos veces sin ser distinto cuento. A cada lectura mostraba nuevas historias, nuevos miedos, nuevas esperanzas. Lugares y personajes surgían mágicamente cuando el lector volvía a él. Piratas, naves, lugares oscuros, romances, pasión, y, según contaban algunos lectores, deseos prohibidos y secretos innombrables. No había tampoco dos personas que leyeran lo mismo, como si mutara para adaptarse a cada cual. Un cuento mágico, tan distinto a éste, que sigue siendo el mismo al volver a leerse.

25 noviembre, 2003

Horas de tren

Horas de tren, largas y calurosas. Solo en el vagón, te quedas dormido. Sueñas que entra una mujer, y que te observa mientras duermes. Sueñas que abre su maletín de cuero, y que saca de él sus instrumentos afilados, sin dejar de mirarte. Sueñas que quieres despertar y el miedo te lo impide, y que ella se acerca y palpa tu cuello con dedos blandos. Estás dormido, soñando con la mujer que va a matarte, y sólo despiertas cuando la sangre te mancha y, con el bisturí en la mano, recuerdas haber soñado que era ella quien lo usaba contigo.

21 noviembre, 2003

Obras

Salí de casa para ir a trabajar, y encontré que la calle que utilizo normalmente para llegar estaba cortada por obras. Tomé una ruta alternativa, pero el callejón que debía utilizar estaba también bloqueado por un acto oficial, y no me dejaron acercarme. Sólo podía tomar el camino de la plaza mayor, dando una gran vuelta, pero unas vallas metálicas lo impedían. Inquieto, corrí a casa para decirle a mi mujer que nos tenían rodeados, pero un par de agentes habían cortado los accesos al edificio. Sin poder escapar, vi obreros acercarse, con más vallas, máscaras antigás y máquinas percutoras.

19 noviembre, 2003

Recuento electoral

Pasados tres días de las elecciones, con el 12% del escrutinio realizado, el vencedor era un pequeño partido político inspirado en los escritos astrológicos de un húngaro decimonónico. Una semana más tarde, ya con el 34%, había cambiado el escenario: en primera posición, la fracción escindida de los catecúmenos radicales, a quienes se dio por ganadores, con miedo a que impusieran sus peculiares convicciones al personal. Semanas más tarde, con el 67% contado, surgió la sorpresa: ahora ganaba el grupo denominado Movimiento Pendular. A dos días del final del escrutinio, no he perdido la esperanza de que ganen los míos.

18 noviembre, 2003

Horrible secreto

Mi madre se enteró por casualidad de mi dedicación a la política, y se llevó un gran disgusto. Ella siempre había creído lo que yo le contaba: que me ganaba la vida honradamente mediante el proxenetismo, y estaba muy orgullosa de mí. Pero ahora, descubierto mi horrible secreto, he de intentar convencerla de que no por ello soy peor persona, y de que no debe preocuparse por el qué dirán. Además, tal vez ella no se haya planteado las ventajas implícitas, pues en cuanto tenga un cargo podré colocar a mis hermanos, e incluso nombrarla directora general de alguna cosa.

17 noviembre, 2003

Sacerdocio

Odiaba el pecado y los placeres terrenales, pero como no creía en dios se hizo médico. En su templo, recitaba a los fieles letanías crípticas cuando ellos venían buscando ayuda para sus tribulaciones. Les culpabilizaba, y les hacía apartarse de aquello que les proporcionara placer: la buena comida, la embriaguez, el sexo... Renuncias en pago por promesas de vida eterna. Exigiéndoles que tuvieran fe, regía sus conductas y deseos. Quien no creía en él, quien desobedecía los mandatos sagrados, pagaba su justa penitencia: cinco meses sin dulces; punciones; y la introducción forzada de instrumentos diagnósticos por varios orificios del cuerpo.

Tras la reparación

Al irse los fontaneros supo que le habían dejado algo vivo corriendo por las cañerías de casa. Algo le hacía estar seguro: los arañazos tras las paredes, el sentimiento de su presencia húmeda y peluda. Por las noches, creía oirlo deslizarse por las tuberías, y el sueño sólo llegaba tras la fatiga del miedo. Llamó a los técnicos para que sacaran aquello de su casa, pero se burlaron de él, diciendo que eran sólo los ruidos normales de las tuberías, y que nada vivo podía estar allí. Ahora ya no se atreve a ducharse, ni a beber del grifo.

14 noviembre, 2003

Hongos

Aquel día tomé demasiados hongos, y las paredes empezaron a fundirse. Yo avanzaba despacio por el pasillo, los pies hundidos en una masa pegajosa y musical. Recuerdo murmurar fragmentos bíblicos, sonaban en mi interior con resonancias épicas y apocalípticas. Ella me tomó de la mano, pero no quise mirarla por no ver su cara deshaciéndose ante mí, su piel, sus ojos, resbalando hacia el suelo. Sus palabras eran palabras de multitudes, y huí de ellas. Me quedé un tiempo infinito tirado en el suelo, sollozando por la incapacidad de contar lo que sentía. Ahora, sereno, intento hacerlo en cien palabras.

11 noviembre, 2003

Metafísicas transpersonales

Me apunté a un curso de filosofía transpersonal, un seminario cuyo objetivo era algo así como remover nuestro interior para sacarlo fuera, dejando el exterior dentro, más o menos. Me pasa siempre con estas cosas que me cuesta ponerme en situación. Cuando ya todos estaban meditando con los ojos cerrados, yo aún no podía quitarme de encima la sensación de estar haciendo el ridículo, allí sentado en la posición del loto. Intenté sacar mi yo interior y mutarlo por mi ello exterior, tal y como decía el profesor, pero sólo conseguí que me doliera el estómago por acumulación de gases.

06 noviembre, 2003

Cazando dragones

Encontraron la guarida del dragón cuando ya regresaban a su aldea seguros de haber fracasado en su empeño. Lo encontraron durmiendo, incubando dos huevos. Sabían lo leve que resulta el dormir de los dragones, así que se acercaron muy despacio hasta poder lanzarle los arpones envenenados, y los ganchos, y finalmente le clavaron las lanzas en el corazón, bajo la escama ventral. La sangre les cubrió y el dragón cayó de lado. Entusiasmados, rompieron a pedradas los huevos que incubaba. Ahora venía el trabajo duro. Desventrarlo, separar las escamas y los huesos, clasificar y separar cada parte que pudiera venderse.

04 noviembre, 2003

Accidente

Apretó fuerte la basura con la mano, para hacer espacio en el cubo de la cocina. No se dio cuenta de que tras los papeles había un gran cristal roto, que le atravesó la muñeca. Ver la sangre salir a borbotones le hizo desmayarse. No había nadie en casa, así que murió desangrado, con la mano aun dentro del cubo de basura. Al abandonar el cuerpo se vio tendido en el suelo de la cocina, y le indignó morir sin dignidad ni estética; quiso volver, pero pronto el dolor se convirtió en olvido, cuando pasado y futuro empezaron a fundirse.

31 octubre, 2003

Por su bien

Mi vecino trataba tan mal a su mujer e hijos, que decidí entrar en su casa para molerlo a palos. Sus hijos intentaban defenderle y su mujer, llorando, me gritaba que dejara en paz a su marido, que arreglarían solos sus problemas. Tanto escándalo montaban que tuve que encerrarles en habitaciones separadas. Até al marido a una silla y, tras hacerle pagar sus malos tratos, lo tiré por la ventana. Me quedaré algunos días en su piso, hasta que la mujer y los niños se den cuenta del bien que les he hecho y de que están mejor que antes.

30 octubre, 2003

Ruidos

Le costaba creer a sus padres cuando le aseguraban que no había nada malo detrás de aquella puerta, y que los ruidos que oía por la noche eran sólo fruto de su imaginación. De noche, tras hacerse el dormido, pegaba la oreja a la pared, y no tardaba en escuchar esos lamentos, gemidos guturales, y esos ruidos húmedos de carne masticada. Cada día su miedo era mayor, hasta que una noche los ruidos cesaron. Durante algún tiempo creyó que todo había pasado, y volvió a abrazarse a sus padres con confianza, hasta que le anunciaron que iban a cambiarlo de habitación.

27 octubre, 2003

Conversos

Eran los de la secta los que llamaban a mi puerta. Me dijeron que en la última reunión que habían tenido en su templo, habían llegado a la conclusión de que no estába bien ir de puerta en puerta intentando inculcar a los demás tus creencias, sin preocuparte de si se estarán duchando, o viendo la tele, o realizando actividades más fructíferas que las tuyas. Me pidieron disculpas por todas las veces que habían venido a venderme esas revistas con dibujos inquietantes de gente sonriente, y me aseguraron que nunca más me pedirían que creyera en dios. Y se fueron.

24 octubre, 2003

Reciclaje

Hizo crecer su barba y se perdió en la ciudad. Se le veía recogiendo vidrios, tubos metálicos, cosas extrañas que rescataba de algún contenedor, o de desechos industriales. Lo iba acumulando en un carro de supermercado, y lo llevaba a una fábrica abandonada, donde dormía. Poco a poco fue encajando sus hallazgos, un cilindro por aquí, una tuerca por allá, unas pilas, unos cables. La cosa iba tomando forma, un aparato grande, extraño, con una disposición radial que le daba cierto aire estético y siniestro. Finalmente instaló un interruptor, lo activó, y la ciudad ya no despertó de aquella noche.

21 octubre, 2003

Historia comprada

El viejo me abordó en la calle, y me susurró, con complicidad, que podía venderme una historia. ¿Para qué la quiero?, le dije. Sé que la necesitas, respondió. Dudé un segundo, pero no tenía nada que perder. ¿Será una historia nueva, sólo para mí?, le pregunté. Podrás hacer con ella lo que quieras, me aseguró sonriendo, y me pidió que le siguiera. Vivía cerca, una casa muy vieja perdida en un jardín feo y sin cuidar. Casi sentía miedo, pero algo en el anciano me inspiraba confianza. Me hizo esperarle fuera y cuando volvió a salir me contó esta historia.

16 octubre, 2003

Omnipotencia restringida

La gente piensa que sólo por ser omnipotente ya llevo una vida regalada. Pues no señor, es muy duro. De entrada porque uno no puede andar usando la omnipotencia a diestro y siniestro, pues al final te calan y dejan de creer en la ciencia, en la tecnología, y en el trabajo honrado y esperan que se lo soluciones todo a base de milagros. Y yo siempre digo, no señor, que se lo curren. Pero lo peor es no poder usar la omnipotencia para matar gente, y tener que hacerlo siempre a través de locos, terroristas o presidentes de gobierno.

15 octubre, 2003

Cada noche, cada ciudad

Por las noches es siempre otra ciudad. Sus arcadas y escaleras, sus puentes sobre ríos oscuros y distantes, sus calles de trazados intuidos, sin luz, sin voces. En esa ciudad nocturna camino buscándote, tantas noches, tantas ciudades. Avanzo a tientas, sólo el ruido de mis pasos volviendo desde las fachadas tristes de ventanas cerradas. Cada noche te busco, intuyo tu sombra, un movimiento lejano y brevísimo, corro a encontrarte para ver amanecer de nuevo juntos la ciudad. Tu sombra se desdibuja en otras sombras, pero me acerco, y la sombra es cada vez más tu, y ya es de día.

14 octubre, 2003

El ascensor sube

Entra tras la mujer en el ascensor, pulsa el botón de su piso, y al girarse para preguntarle a qué piso va, ella ya no está allí. Sabe que no ha salido, que la puerta se cerró tras ellos, pero no hay nadie más en la cabina. El ascensor sube. Durante el trayecto, sabe que no está solo, que el frío que siente es el frío de su presencia. El ascensor sube. Su piso ha pasado de largo; todos los pisos. El ascensor sube. Entonces deja de sentir temor en ese trayecto sin final, solo en el ascensor, con ella.

10 octubre, 2003

El experto

El experto acostumbra a llegar tarde, pero cuando lo hace crece en la plaza un silencio incómodo y temeroso. Despliega sus herramientas en el suelo sobre una tela de colores, y no levanta la vista hacia quienes le observan. La fascinación y el miedo no les permite huir, ni se consentiría. Cuando todo está dispuesto el experto se levanta y señala a alguien, a cualquiera, y nunca sabremos por qué él o ella y no cualquier otra persona. Los demás, aliviados, impedirán que huya, lo tenderán en el suelo, junto al instrumental, donde las primeras incisiones impedirán que siga chillando.

09 octubre, 2003

Un pueblecito encantador

El pueblo es tranquilo, todos se conocen y hablan la misma lengua, y comparten vino, risas y bromas. Son buena y noble gente, pero temen a los de fuera, y por eso mataron al cartero, hace ya años, y al que le sustituyó, y a un doctor que quería vacunar a los niños. Las investigaciónes se cerraron sin nadie a quien culpar, pero desde entonces no llegan cartas, ni feriantes, ni poetas que hablen otras lenguas. Los domingos cuando salen del templo, las gentes se reunen en la plaza mayor a escuchar leyendas antiguas, y cantar, y bailar danzas tradicionales.

08 octubre, 2003

Decisiones drásticas

En la escalera estamos hartos de mendigos, de vendedores ambulantes y de correo comercial no deseado. Nos hemos reunido y hemos acordado hacer de nuestra escalera un lugar más seguro. Se ha decidido que entre semana no entre nadie que no sea vecino. Las visitas se solicitarán para el fin de semana, con permiso del presidente de la escalera, y reforzaremos la portería con dos guardias jurados y un perro. Para evitar problemas impediremos la entrada del cartero, y de los que digan que vienen a revisar el ascensor, por si son sectarios camuflados o inmigrantes ilegales.

23 septiembre, 2003

Desmemoria

Está condenado a olvidar. Unos lo consiguen refugiándose en el alcohol, o entumeciendo el cerebro ante el televisor.. Él, en cambio, que quiere recordar, vive su maldición con horror y con pena. Todo empezó con temas menores: no saber dónde dejó el coche, o las llaves, o el libro que leía. Pero ahora olvida también el dolor que ha infligido, y eso provoca más sangre y más dolor. De día todo es desmemoria y rutina. Al revés que la gente, por la noche se emborracha para recordar, y sale a la calle sabiendo que las nuevas muertes las olvidará mañana.

Pero no siempre fue así

Tras la gran guerra, los vampiros salieron de sus escondites y controlaron el mundo. No haber creido nunca en ellos no nos libraba de la esclavitud, ni de servir de alimento a quienes se proclamaban nuestros superiores. Algunos intentaron rebelarse, es cierto, pero lo que hicieron con ellos provocó que cada vez hubiera menos resistentes, nadie quería arriesgarse a acabar de aquel modo. Muchos se acomodaron, recibieron cargos y prebendas, fueron lacayos serviles de los chupasangre, y pusieron sus voces y sus libros a su servicio. Ahora parece que nunca hubiera existido otro pasado, y yo mismo empiezo a olvidarlo.

16 septiembre, 2003

Espera

A él no le dejaron salir. Los demás ya estaban fuera, incluso la pareja de delante en la cola, que también había tenido problemas. Ahora, en la sala sin muebles, sólo estaba él. Habían cerrado las puertas, y reducido la luz al mínimo. Estaba acostumbrado a obedecer, así que se sentó resignado en el suelo, junto a una pared. Pasaron algunas horas y finalmente llegó un responsable, quien le informó de su situación y de los complejos motivos burocráticos que retrasaban su turno. En unos días, le aseguró, estará resuelto, entretanto llene estos papeles. Siguió esperando, pero nadie más vino.

El caparazón de la tortuga

Le habían regalado la tortuga para que no se sintiera sólo, allí en su piso. No le gustaba demasiado el animal, pero se obsesionó con las manchas y dibujos de su caparazón. Aquellas formas y simetrías, códigos que pedían ser abiertos, símbolos con significados arcanos. Estudió y analizó aquel lenguaje. Llegó a conocer de memoria cada curva y relieve, y ensayó con letras y con cifras buscando un sentido que se le escapaba.

La tortuga murió. No la había alimentado. De cuclillas, en una esquina, mirando concentrado el caparazón vacío, sigue buscando signos y portentos. Sólo eso, un caparazón vacío.

08 septiembre, 2003

Acaban las vacaciones

Se acabaron las vacaciones. Estos días ha estado descansando, jugando con los críos, intentando quitarse de la cabeza los gritos y agobios del quehacer diario. En la playa, aburrido ya de leer la prensa, añoraba que acabara el verano, y poder volver a trabajar. Hay personas que sólo viven pendientes de las fiestas y los fines de semana. Pero a él le gusta lo que hace, siempre le ha gustado, así que vuelve al trabajo con ánimos renovados y examina el expediente que debe tratar hoy. Se trata de un disidente, un subversivo, pero él sabe cómo arrancarle la información.

19 agosto, 2003

Prestamo

Necesitaba dinero con urgencia, y me recomendaron a unos prestamistas que no hacían demasiadas preguntas. No me gustó el local, unos billares abandonados donde me recibió un señor, cruce de contable y cantante de tarantelas, al que acompañaban dos enormes ayudantes. Me dieron tantos billetes como pedí, y yo tuve que dejarles nombre y dirección. Los ayudantes se los anotaron en sus respectivas agendas. Cuando sea el momento, pasaremos a cobrar, me dijeron con voz queda y mirada torva. Me fui algo intranquilo. Estoy seguro de que venderán mis datos ilícitamente y se me llenará el buzón de correo comercial.

14 agosto, 2003

Luna llena siempre

¿Cuánto días hace que hay luna llena? Dos, tres semanas. Nadie parece darse cuenta. Lo comento en la oficina, y se lo toman a broma; me enseñan en el calendario las fases de la luna en los días anteriores. Pero había luna llena, como ahora, y se que la habrá siempre, que nunca volverá a menguar, que deberé resignarme a que los demás no me crean, y piensen falsamente que el tiempo no se ha detenido. Me mujer dice que a mi la luna siempre me afecta mucho, y que estas ideas me las provoca la luna llena. Tiene razón.

08 agosto, 2003

Hogar

Ella, en casa, tiene serpientes. Nadie lo sabe, pues no habla de ello con sus compañeros de trabajo, ni con sus amigos; y cuando viene alguien a su casa, pocas veces, no las ven, se esconden tras los muebles, o en el altillo, o en los rincones oscuros del lavabo.

Cuando está sola, se tiende desnuda en la cama y deja que se le acerquen, y las alimenta, y las acaricia, y las domina, y despierta entre ellas. Ha soñado cosas terribles, que le duelen al pensarlas. Vuelve al ritual de la vigilia, vuelve al trabajo, y ellas la esperan.

31 julio, 2003

Monarquía y burocracia

Revolviendo antiguos papeles familiares, descubrió que le correspondía por estirpe el título de rey. Fue al ministerio para informar de la situación y allí, tras comprobar los papeles y cobrarle las tasas de verificación registral, le dieron la razón y le acompañaron hasta el palacio real, donde desalojaron al monarca que, ilegítimamente, reinaba aun. No se lo tomó muy bien, e intentó usar su cetro con contundencia para impedir el desalojo, pero acabaron echándole a patadas. Tras firmar la aceptación de las cláusulas estándar, el nuevo rey se sentó en el trono y ordenó decapitar al anterior. Viva el rey.

30 julio, 2003

Depósito municipal

Se me llevó el coche la grúa por estar mal aparcado. Tardé dos días en ir a retirarlo del depósito municipal, y ya había una familia viviendo dentro. Me explicaron que el ayuntamiento utiliza los coches como albergues provisionales para refugiados de distintos países, acogidos en el nuestro. Mientras pagaba la tasa de la grúa, la multa y diez arbitrios, vi que en el asiento de detrás de mi coche dormían un niño y una niña. También su padre dormía, en el asiento del conductor. La mujer, despierta, me miraba con ojos tristes a través del cristal. Volví en taxi.

29 julio, 2003

Sinceridad

Llevan más de cuarenta años casados, una relación que les ha hecho felices, que ha sobrevivido con amor y comprensión. Pero hoy él está inquieto. Va a contarle a su mujer un secreto que durante todo este tiempo ha ido llevando, como una herida mal cerrada, a la que se acostumbró, pero que nunca ha dejado de quemar y doler. Una semana después de casados, por única vez, engañó a su mujer. Fue con una amiga común de entonces, una locura que duró tres días, y que hoy no comprende. Probablemente hoy se lo contará, o mañana, como cada ayer.

24 julio, 2003

Manchas

Cuando bajo la escalera para ir a trabajar, me entretengo observando los dibujos que forma el mármol de los peldaños. Distingo a veces tortugas, o palomas, o siluetas femeninas. Hoy me he fijado por primera vez en un rostro, dibujado por el azar con maestría de trazo. Era mi rostro el allí dibujado por las formas caprichosas de las manchas del mármol, perfectamente distinguible si sabías mirar. Volví a casa e hice bajar a mi mujer hasta la mitad de la escalera para que lo viera, pero no supe encontrar de nuevo el dibujo, y mi mujer no me cree.

17 julio, 2003

Contrainformación

Me hice policía para que mi patria fuera más segura, y enseguida me pidieron de infiltrarme en un grupo subversivo para investigar sus actividades. Tras meses con ellos, me convencieron de que su causa era justa, y yo empecé a pasar información erronea a mis jefes. Desgraciadamente me descubrieron, y bajo la amenaza de ser fusilado, me pidieron que hiciera creer a los subversivos que seguía con ellos, pero les traicionara informándoles falsamente acerca de las mentiras que contaba a mis jefes referentes a las falsedades que ellos me confiaban. Acabé hecho un lío, sin saber ya para quien trabajo.

15 julio, 2003

Libros letales

Me leyeron el futuro, y me informaron de cual iba a ser el último libro que leería antes de morir. Se trataba de una obra menor de Joyce, quien nunca me había interesado. Pese a todo, me hice el firme propósito de no leer jamás, por si acaso, nada de ese autor.

Han pasado muchos años. Conocí a una mujer excepcional, de la que me enamoré. Es doctorada en literatura, especializada en Joyce, e insiste en que debo conocer toda su obra. Me avergoncé de contarle mis miedos, y, por amor, arriesgo la vida leyendo los libros que me recomienda.

14 julio, 2003

Arma de fuego

Se compró un arma porque le gustaba imaginar, aunque nunca lo haría, que disparaba a la gente desde la ventana y les veía caer y retorcerse sobre una creciente flor roja. Siempre que apuntaba a alguien desde su ático se aseguraba de que el cargador estuviera vacío. Tras unos días de juego morboso quiso probarse a si mismo que, aun con el rifle cargado, sería incapaz de dañar a nadie. Ahora está emboscado en su balcón, el dedo tenso en el gatillo, frío en el estómago, el rostro de una mujer en el punto de mira. No, probablemente no disparará.

05 julio, 2003

Costumbres de días de lluvia

Nunca le explicaba a su mujer porqué salía de casa cuando llovía, y ella lo atribuía a una de sus tantas manías, como la de no soportar las colas o dormir, incluso en los meses fríos, con las ventanas abiertas.

Él salía a la calle, y empapado miraba arriba, dejaba que su boca se llenara de agua y desbordara. Entonces buscaba alguna tapa de alcantarilla que no costara levantar, y se perdía durante horas en aquellos laberintos inundados, cazando sólo. Cuando volvía a casa se duchaba durante largo rato y, si su mujer ya dormía, la besaba en la mejilla.

20 junio, 2003

Terrores

Desesperado, tras muchas noches de soñar con cuchillos y con garras y despertar gritando, fui a pedir ayuda profesional a un psiquiatra. Tras escuchar mis miedos me pidió que me estirara en el diván, que me relajara, cerrara los ojos y encontrara mi yo. En mi oscuridad, relajado ya, oí el sonido inconfundible del metal contra el metal, de la bestia afilando sus uñas en la roca, y antes de que pudiera abrir los ojos, una mano grande y que olía a formol me lo impidió. Aun no, me dijo, manténgalos cerrados, esto hará que sus terrores desaparezcan para siempre.

16 junio, 2003

Inconveniencias

A las visitas no les gustaba que el monstruo estuviera en casa, pese a que lo dejaramos encerrado en su habitación mientras cenábamos. Los invitados oían los gritos lastimeros, los golpes y el raspar de sus uñas rotas contra la puerta. Cómo nuestros amigos eran todos gente bien educada, no decían nada, pero se iban pronto y sospecho que cuando no podíamos oirles nos criticaban cruelmente, como si ellos hubieran hecho otra cosa con un monstruo en casa, si tuvieran que tenerlo encerrado cuando hay visitas y darle de comer luego, porque al fin y al cabo es tu hijo.

07 junio, 2003

...son ojos porque te ven

Me convencieron para que fuera al psicólogo, y me explicó que mi problema consistía en que tengo una cara con la que miro al exterior, y otra con la que me miro a mi mismo. Y al verme a mi mismo desde fuera, no me reconozco, ni reconozco la cara que me observa, que es la mía, o eso decía el psicólogo al menos, pues a esas alturas yo ya me había perdido y no entendía de que cuernos hablaba. Pero, por no desairarle, asentía con ambas caras, y miraba la suya como si me importara algo lo que dijera.

05 junio, 2003

La solución

Inicia el informe admirando la magnitud de lo que va a exponer. Si se siguieran sus directrices, si se aplicaran sus criterios tal y como expondrá en esas hojas, la empresa se salvaría. Él ha sido el primero en reconocer de forma tan clara el orden que subyace bajo la desorganización, y las formas tan simples e inmediatas en que podrían reenderezarse las cosas. ¡Y los gráficos! Los ve tan claros en su cabeza, esos diagramas, esos bloques... Sería un buen informe, pero desiste, harto de que le salten los tabuladores y que las barras estadísticas salgan de otro color.

Palabras como balas

Entraron en mi casa de noche mientras estábamos durmiendo. Quise llamar a la policía, pero ellos eran la policía, y me apuntaron con sus linternas, cegándome. Uno de ellos empezó a llenar grandes bolsas con mis libros mientras su compañero hacía callar a mi mujer, que gritaba. Entonces me agarraron del brazo, me hicieron levantar. Mientras me esposaban las manos a la espalda, vi a mi hija pequeña mirar sin comprender, llorar porque se me llevaban, y ése fue el único momento en que me arrepentí de haber escrito aquel cuento en el que describía en aquellos términos al presidente.

04 junio, 2003

Pregunta de un libro de mates

Morirá dentro de diez minutos, pero él no lo sabe, y se para a mirar los escaparates en una tienda de libros de ocasión. Pasa un rato, tres minutos. Entonces sigue andando, no piensa detenerse hasta llegar a casa. Pero dos minutos más tarde compra en el quiosco un diario que no llegará a leer y una película que nunca verá, y emplea en todo ello dos minutos más. ¿Si le separan 200 metros de su casa, a que velocidad debería ir para morir justo en el portal? ¿Cuántos minutos le quedan de vida? ¿Si lo supiera, como debería disfrutarlos?

27 mayo, 2003

Elecciones

Votamos entre los vecinos de escalera para elegir al próximo presidente. El del segundo afirmó haber ganado, pues la mayoría de pisos votaron por él. Pero el del tercero argumentaba que teniendo en cuenta los residentes de cada piso, las personas que confiaban en él eran más, así que se proclamó también vencedor. Las dos chicas del ático, que no habían votado, dijeron disentir del sistema y declararon su piso autogestionado. La viejecita del cuarto propuso ilegalizarlas y prohibirles usar el ascensor. Por el bien de la escalera, daré un golpe de mano y asumiré la presidencia por la fuerza.

23 mayo, 2003

Posicionamientos

No me dejaron entrar, y cuando me quejé, me replicaron que la pegatina que llevaba era ambigua, que no quedaba claro ni que yo fuera demócrata, ni que estuviera en contra de las guerras, ni que condenara con la suficiente vehemencia las agresiones a los animales, las violaciones de niños o los maltratos físicos y mentales a las mujeres. Yo intenté exponer que mis ideas y mis posicionamientos políticos o sociales eran de difícil transcripción a pegatinas polícromas, pero me di cuenta por las miradas de que no estaban por demasiadas sutilezas, así que decidí marcharme. Ya votaré otro año.

13 mayo, 2003

Bloqueo del escritor

Fue al psicólogo y le contó que ya no podía escribir, que le faltaban ideas y sentía angustia y vacío ante la página en blanco, eso a lo que llaman bloqueo del escritor. Tras escuchar sus lamentos, el psicólogo le explicó sus innovadores métodos de tratamiento conductista, consistentes en amenazar con romperle las piernas si la semana que viene no traía escritos veinte cuentos. El escritor expresó reticencias, y el psicólogo hizo entrar a un matón para que le diera, como advertencia, un puñetazo en el estómago. En casa los cuentos fluyen como nunca antes, pero ahora se siente avergonzado.

El tren de la bruja

Desde muy pequeño he odiado el tren de la bruja, esa atracción donde los niños recorren en un trenecito un lugar oscuro donde la bruja les espera, gritando y agitando su escoba, para asustarles, hacerles reír, o ambas cosas. Pero para mí era un lugar horrible de verdad, un lugar donde la oscuridad podía contener cosa malsanas y terribles, donde cada ruido podía ser presagio de males insospechados, y aun recuerdo el sudor frío que sentía cuando mi padre me obligaba a estar allí, horas y horas, disfrazado de bruja y asustando a los niños, mientras él llevaba la taquilla.

06 mayo, 2003

Fe perdida

Pasaron los años, y se dio cuenta demasiado tarde de que no creía en dios, que sus ceremonias y ritos se le antojaban de repente gestos vacíos y huecos. Aunque siguió estudiando cada día los libros arcanos y releyendo sus pasajes, que en otro momento fueron fuente de inspiración y ahora resultan sólo cuentos rancios, el anciano no pudo recuperar la fe perdida, ni hallar la fuerza y el valor necesarios que le permitieran rebelarse. Y por eso, aunque carentes ya de significado, mantiene sus rezos, sus misas y sus bendiciones desde el balcón de la Plaza de San Pedro.

28 abril, 2003

Nuestro doble

Cada persona tiene en algún lugar su reflejo invertido, alguien que se comporta en todo al reves, cuyos gustos son exactamente los opuestos, y cuyas emociones funcionan de forma contraria a la del original. Nuestro doble invertido jamás hubiera abandonado a esa mujer con la que no te atreviste a salir, ni hubiera aguantado tanto tiempo en el trabajo ínfimo y mezquino donde no te encuentras a gusto. Es probable que ella esté ahora con él, diciéndole al oido las cosas que por vergüenza o miedo jamás le confesaste, y mientras te consumes de envidia y desesperanza, él es feliz.

15 abril, 2003

El bien y el mal

Los hombres malos explicaron a los buenos los buenos resultados de obrar mal. Muchos hombres buenos sabían que era malo confundir bien y mal, pero algunas buenas personas vieron entonces que el mal podía ser bueno contra males mayores, y admitieron que los malos hicieran cosas malas si era por hacer el bien. Los malos, mientras tanto, seguían con sus maldades, justificadas por buenos fines, y lo malo es que, en ocasiones, haciendo el mal conseguían cosas buenas. Entonces los buenos dejaban de sentirse mal y se ponían contentos, y los malos jugaban a ser buenos, pero lo hacían mal.

Bajar al sótano

El jefe me hace bajar a veces al sótano a por papel de fotocopias. Se que no hay nada allí, que las fantasías de presencias oscuras y viscosas tienen poco que ver con la realidad y mucho con las películas de miedo que debiera evitar. Pero eso no quita que cuando alargo la mano hacia el interruptor para bajar las escaleras, tema sentir unos dedos muertos agarrando mi muñeca y tirando de mí hasta su oscuridad. Por eso hace días que vengo a trabajar con el cuchillo, por si el jefe me pide que baje, que no lo pida más.

Distorsiones temporales

En mi casa el tiempo sufre distorsiones muy extrañas: puedes entrar en una habitación, consultar tu reloj, y darte cuenta al salir de que es más pronto que cuando entraste. Estas distorsiones provocan, por ejemplo, que se me queme la comida antes de haberla puesto al fuego, o que aparezca aun sucia la ropa que puse en la lavadora. Mi mujer me asegura que eso no es posible, y sospecha que son excusas mías para justificar mis despistes. Yo no quiero contradecirla, pero la prueba de que estoy en lo cierto es que eso mismo ya me lo dijo ayer.

En tan pocas palabras

Se le habían encallado las palabras en algún pliegue extraño del cerebro. Quisiera hacer fluir historias en las que poder dotar de pasado y familia a cada personaje creado, y construir su personalidad ficticia en cientos de páginas perfectas donde las vidas, las mentiras y los deseos se cruzasen y entrecruzasen. Pero no se sentía capaz de asomarse a ese vértigo, y por eso escribía unos cuentecillos ínfimos y aun así notaba que las ideas tardaban en llegar, como si no quisieran ser encerradas en tan pocas palabras, igual que los pájaros que mueren de pena en jaulas tan pequeñas.

Trámites

Estuvo llamando toda la mañana, pero en los juzgados le aseguraban que nadie sabía nada de su caso, así que se fue hacia allí en persona, indignado por un trámite judicial que le habían comunicado, que no entendía, y que nadie parecía poder explicarle. Cuando mostró el papel en recepción, la señorita hizo que un par de guardias se lo llevaran. Con buenas palabras y sin dejar de sonreír, le cachearon, desnudaron y desinsectaron. Sus intentos de resistirse fueron inútiles: eran amables, pero grandes y fuertes. Ahora, solo en la celda, comprende amargamente que hubiera sido mejor tramitarlo por Internet.

02 abril, 2003

El presidente

(Este microcuento lo publiqué originalmente el 2 de enero de 2002. Siento enormente que parezca actual.)

El presidente lo sabe todo. Sus consejeros bullen a su alrededor, aportándole datos, argumentos, estrategias. El cerebro del presidente organiza, clasifica, disecciona y decide. Entonces los teléfonos se ponen en marcha y se gritan ordenes. Muy lejos alguien explota en pedazos, pero lo hace en silencio, dignamente, procurando no molestar. El presidente, sin embargo, tampoco estaba ya escuchando, pues de un vistazo necesita interpretar y asimilar los nuevos datos. Otra reflexión, otra orden, otra muerte. Sus consejeros admiran su coraje, su resistencia, su decisión. Al presidente, esa noche, mientras da de comer ratas a sus serpientes, le sangrará la nariz.

Objetivo militar

(Este microcuento lo publiqué originalmente el 14 de setiembre de 2001. Siento enormente que parezca actual.)

Cuando me dijeron los vecinos de escalera que Bush había salido por la tele diciendo que quería bombardear mi piso no me lo creí. Pero la del tercero, una chica muy maja, me aseguro haberlo oído ella misma, así que fui al Ministerio del Interior.

- Mire usted, nuestro país mantiene buenas relaciones con Estados Unidos, así que el problema es entre usted y ellos.

Cuando volví a casa, ya habían hecho una primera ofensiva. De una de las habitaciones que daba a la calle no quedaba nada. Llamé a Bush, pero no se ponía. Entonces oí que volvían los aviones.

31 marzo, 2003

Ayuda humanitaria

Son gente muy rara, traidores y desagradecidos, pero puede entenderse por la tiranía a que se han visto sometidos tanto tiempo. Su suspicacia es extrema: si les apuntas con un rifle, se sienten amenazados. Tengo que hacerlo para evitar malentendidos, no sea que piensen que mis balas y mis bombas son una amenaza para ellos y se lo tomen a mal. Pero aunque no valoran el esfuerzo y sacrificio que hacemos por ellos, seguiremos aquí, garantizando que reciban nuestra ayuda, aunque confieso que cuando les ves así, gritando enfurecidos, de lo que te dan ganas es de liarte a balazos.

27 marzo, 2003

Tormenta de arena

Nunca se había visto en Madrid una tormenta de arena como ésta, ni en Londres, ni en Washington. Los meteorólogos afirman que es casualidad, que nada tiene que ver con los sucesos de Irak, a los que los extremistas llaman guerra. Pero es difícil hacer entender a la gente que este viento cargado de polvo, este cielo rojo que cubre nuestras ciudades, sean casuales, porque la arena que azota las casas, que cubre nuestros coches, que nos impide respirar, no sabe sólo a tierra, a fango y a petróleo; queda también en el paladar un regusto terrible a carne quemada

12 marzo, 2003

Fiebre

Caí en un estado febril causado por la gripe y se me llenaron las noches y los días de sueños ácidos, de sonidos moviéndose y colores aullando. Cuando el sudor y la ausencia de tiempo se funden, el alma y la materia se reconcilian por fin, y sólo queda esa extraña sensación como de estar cayendo, hundiéndose de espaldas en un mar denso y blando. Perdido en mis paraísos víricos, esperé que se me mostrara mi animal totémico para guiarme hasta la luz y el conocimiento, pero lo cierto es que los antibióticos funcionaron antes de que alcanzara la sabiduría.

05 marzo, 2003

Otros lugares

Hoy, mientras andaba hacia el trabajo, una excavadora que retrocedía ha estado a punto de dar a un pobre hombre en la cabeza. Él no se ha dado cuenta, ha seguido andando, sin saber que de inmediato en otro universo no habrá tenido suerte, y yo habré tenido que agacharme, sobresaltado, para ayudar al hombre, intentar reanimarle en un esfuerzo estéril y terrible. Ahora escribo este cuento, pero hay otros cuentos que se están escribiendo al mismo tiempo, en lugares que se multiplican y se desdoblan en cada nuevo pliegue del destino, cuentos reales sobre hombres que mueren de verdad.

26 febrero, 2003

Día de lluvia, día de muerte

Mal día para los paraguas. El viento y una lluvia densa y espesa llenan las calles de cientos de paraguas muertos, cadáveres de alambre deshilachado y piel suelta. Avanzo por la calle y oigo los lamentos de mi paraguas antes de desfallecer y retorcerse y abrirse en una caricatura ridícula y grotesca. Luchando vanamente contra los elementos y el destino cruel, contemplo impotente su final. Intento reanimarlo, devolverle su anterior forma y función, pero acabo envolviéndolo con respeto en su propia tela, y sigo andando con dignidad bajo una lluvia cruel a la que no le importa una muerte más.

19 febrero, 2003

En mi pueblo

En mi pueblo hay tres tipos de personas: quienes viven en las casas, los que duermen en la calle, y los que habitan los tejados. Los que vivimos en casas, cuando por las mañanas salimos hacia el trabajo les vemos sentados junto a los semáforos o en los bancos de las plazas. A la gente de los tejados pocos les ven: algún antenista, alguna señora mientras tiende la ropa. Pero ellos intentan no estorbar, se apartan de las terrazas y las ventanas. Les gustan las tejas y los techos inclinados, y se juntan en corros para charlar y cantar bajito.

12 febrero, 2003

Informe

Me han pedido que redacte el apéndice de un subapartado de unos documentos anexos a un informe, trabajo de gran importancia. Me dedicaré a ello esta tarde. Redactaré unas cuantas páginas que enmarquen las frías cifras dentro del ámbito global y estratégico de la Corporación. A mi lado, mi misma mesa se repite interminable, y muchos como yo teclean datos parecidos. Al cabo de horas, días o meses, la Impresora Central publicará y encuadernará el informe. El Departamento de Validaciones comprobará errores tipográficos y de cálculo. Y sólo cuando los datos sean correctos, se archivará en el Gran Archivo Central.

10 febrero, 2003

Espejos

Todos los espejos son un mismo espejo. Detrás de sus reflejos mentirosos hay oscuridades que los unen. Si fuerzas la mirada hasta que tu imagen falsa se nuble y se borre, atisbarás a ver lo que se ve detrás de los espejos, verás una joven peinarse mientras sonríe enamorada, verás ancianos que miran al niño que fueron, verás hombres temerosos de reconocer su mirada cobarde. Y en algún otro espejo, si miras demasiado, ella verá también desvanecerse su rostro, y tu mirada estará en la suya un instante, hasta que un parpadeo te devuelva reflejados de nuevo tus ojos tristes.

05 febrero, 2003

Estudios de mercado

Me llamaron para participar en una prospección de mercado, para un nuevo producto de una empresa japonesa. Éramos ocho personas y el entrevistador nos preguntaba nuestra opinión sobre distintos aspectos de aquello que querían vender. Yo les dije que me parecía una birria, y les expuse las razones que me llevaban a pensar que aquello no lo compraría nadie en su sano juicio. Los demás invitados opinaban lo mismo, y acabamos todos opinando vehementemente sobre la perspicacia de aquel empresario. Cuando ya nos íbamos, me pareció ver por una puerta entreabierta un japonés compungido con una katana en la mano.

29 enero, 2003

Sopesando riesgos

A veces me pregunto por que amontono tantos trastos en esa habitación. Quisiera comprobar el contenido de unas cajas que hay allí al fondo, pero dudo que pueda jamás acceder a ellas. La posibilidad de morir aplastado por un desplome accidental de algún amontonamiento de libros me disuade de intentarlo. Analizo la situación. Debería mover esos hierros a un lado (¿cuándo los puse aquí?) y apartar el caballete y las pesas, pero el riesgo aun sería demasiado alto y no estoy dispuesto a asumirlo por una malsana curiosidad. Me resignaré a olvidar su contenido e intentaré no pensar que pueden esconder tesoros.

Solos

Llevan varios días andando entre ruinas y cenizas, y ahora están solos en el bosque quemado, solos desde que el mundo terminó. Aprovechan el mínimo cobijo para comer algo y descansar. Hace ya dos semanas que ocurrió, y mientras se miran en silencio, añoran aquel mundo donde aun había luz y cielo, y no ese polvo denso que oscurece el sol. Deciden dormir allí, por turnos. Mañana seguirán andando hasta la siguiente ciudad devastada y buscarán latas de comida y cosas útiles entre los escombros y los cadáveres, rezando porque los monstruos no les encuentren, pues también ellos tienen hambre.

21 enero, 2003

Perdido

Quise cortar camino y me vi metido en un laberinto enrevesado de callejuelas estrechas, perdído de la manera más absurda, cuando ya oscurecía, en una zona de la ciudad que creía conocer perfectamente. No circulaban coches, ni gente, ni quedaban ya portales o ventanas que dieran a los lugares angostos por donde pasaba. Sólo el interminable deambular entre sombras. Intenté volver atrás deshaciendo mis pasos, procurando recordar los lugares por donde ya había pasado y los giros que tomé. No sirvió de mucho. Creo que habían pasado varias horas cuando te encontré y ahora al menos buscamos juntos la salida.

17 enero, 2003

Presencias

Les ve fugazmente moverse a su lado, y cuando gira la cabeza hacia ellos, desaparecen. Sabe que andan por su casa, en instantes reconoce sus presencias afanándose de un lado a otro, paseándose por sus habitaciones, hurgando en papeles que sólo él debería tocar. Intenta comportarse como si no estuvieran allí, como si no les escuchara susurrar por la noche cuando creen que duerme, contándose recuerdos de crímenes antiguos, planeando venganzas contra él. En sus noches repletas de miedos teme quedarse dormido y sueña que no duerme, que les vigila despierto y les ve venir cuando se acercan con cuchillos.

14 enero, 2003

Ficciones en la oficina

En la oficina todo seguía igual, la misma actividad, el mismo inmovilismo. Era tanto el hastío, tanto el aburrimiento, que dedicó la mañana a inventar historias ficticias. Imaginó a sus compañeros y a su jefe en situaciones comprometidas, enfrentados a realidades que les superaban. En una de sus ficciones convirtió los montones de papeles aburridos en tesoros que ocultaban conocimientos arcanos. No eran facturas, ni hojas de control, sino pergaminos que atesoraban ciencias ya desconocidas. El interfono le despertó de sus ficciones. El jefe le pedía una tabla con presupuestos y previsiones. Dudó entre llevársela o retarle a un duelo.

10 enero, 2003

Lugares susurrados<

Cuando ya no había otros bares ni otras luces en la calle, aun podía entrarse allí, una caverna oscura decorada con velas y seda roja, cojines en el suelo, miradas penetrantes desde las tinieblas de algún rincón. La música: vibraciones de cuerdas, algún metal profundo, un latir rítmico y cautivador. Algunas mujeres se atrevían a entrar solas, seducidas por misterios que la ciudad susurra. Se sentaban inquietas, excitadas, temerosas, y bebían un licor peculiar, un destilado fuerte, acre. No tardaban en tener compañía, en sentir ese placer prohibido de palabras seductoras, de una boca en el cuello vaciándote de sangre.

08 enero, 2003

Conspiración oculta

Su conspiración para dominar el mundo pasaba desapercibida, pues la desarrollaba y dirigía desde una carnicería del barrio antiguo. Desde allí aprovechaba su trato con las clientas para ir introduciendo de manera subrepticia consignas e insinuaciones, encaminadas todas a tejer la trama del nuevo orden. Con el tiempo fue modelando el mundo a su antojo, y cuando por fin decidió que las condiciones eran las idóneas para darse a conocer, fue a un programa de televisión y contó que, desde aquel momento, mandaba él. Cuando le cortaron la palabra para dejar paso a los anuncios, hizo que despidieran al presentador.

07 enero, 2003

Jugando con el tiempo

Haciendo experimentos en casa con un juego de química y electrónica que trajeron los reyes a los niños, encontré la manera de manipular el tiempo a voluntad. Tras hacer algunas pruebas y confirmar mis hipótesis, fui entusiasmado a contárselo a mi mujer. Ella, levantando la vista del libro con condescendencia, me dijo que eso ya se lo había dicho antes, y siguió leyendo. Desconcertado por su reacción y sin querer molestarla, fui a la cocina a picar algo, y me di cuenta definitivamente de que algo iba mal cuando me vi a mi mismo de espaldas rebuscando en la nevera.

03 enero, 2003

Mentiras

Me quieren convencer de que vivo en una tiranía, tan sólo porque nuestro líder viste ropa de campaña. Quieren hacerme creer que me falta libertad, sólo por tener que dar cuenta a la administración de mis movimientos y por tener que pedir permiso para expresar opiniones extrañas. Me quieren convencer de que vivo esclavo, sólo porque son cadenas lo que llevo colgado de las manos y los pies. Quieren que me crea que lo que cuentan por la tele no es verdad, que no avanzamos, que los que mueren de hambre no lo hacen solamente para dañar a su patria.

Nuevas necesidades

En mi barrio abrieron una tienda nueva. Desde fuera no podía saberse que vendían, y a través de los escaparates sólo se atisbaban algunas cajas puestas en los estantes, sin etiquetas ni indicaciones. Un día vi a un vecino salir cargado con un par de cajas grandes. ¿Que venden aquí?, le pregunté. Si no lo sabes es que no lo necesitas, me dijo, y se fue. Así que entré en la tienda y le aseguré al dependiente, señalando una caja, que necesitaba ésa, la más grande. Me miró sorprendido, pero nada comentó. Ahora, en casa, no me atrevo a abrirla.

01 enero, 2003

Letargo invernal

Ese invierno el anciano quedó atrapado dentro de un iglú, sin posibilidad de mandar sus cuentos de cien palabras en botellas o en palomas mensajeras para que llegaran al mundo, más allá de aquellos glaciares inacabables y aquellas focas hurañas. Y así, día a día, sin poder salir, los cuentos iban quedando congelados apenas nacían de su imaginación, hasta que la imaginación misma se congeló y todo fue letargo y la tentación de un bienestar eterno. Luego volvió el calor, el iglú se fundió, y los ínfimos cuentos volvieron a la vida, igual que la hierba nueva bajo el hielo.