Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

20 junio, 2003

Terrores

Desesperado, tras muchas noches de soñar con cuchillos y con garras y despertar gritando, fui a pedir ayuda profesional a un psiquiatra. Tras escuchar mis miedos me pidió que me estirara en el diván, que me relajara, cerrara los ojos y encontrara mi yo. En mi oscuridad, relajado ya, oí el sonido inconfundible del metal contra el metal, de la bestia afilando sus uñas en la roca, y antes de que pudiera abrir los ojos, una mano grande y que olía a formol me lo impidió. Aun no, me dijo, manténgalos cerrados, esto hará que sus terrores desaparezcan para siempre.

16 junio, 2003

Inconveniencias

A las visitas no les gustaba que el monstruo estuviera en casa, pese a que lo dejaramos encerrado en su habitación mientras cenábamos. Los invitados oían los gritos lastimeros, los golpes y el raspar de sus uñas rotas contra la puerta. Cómo nuestros amigos eran todos gente bien educada, no decían nada, pero se iban pronto y sospecho que cuando no podíamos oirles nos criticaban cruelmente, como si ellos hubieran hecho otra cosa con un monstruo en casa, si tuvieran que tenerlo encerrado cuando hay visitas y darle de comer luego, porque al fin y al cabo es tu hijo.

07 junio, 2003

...son ojos porque te ven

Me convencieron para que fuera al psicólogo, y me explicó que mi problema consistía en que tengo una cara con la que miro al exterior, y otra con la que me miro a mi mismo. Y al verme a mi mismo desde fuera, no me reconozco, ni reconozco la cara que me observa, que es la mía, o eso decía el psicólogo al menos, pues a esas alturas yo ya me había perdido y no entendía de que cuernos hablaba. Pero, por no desairarle, asentía con ambas caras, y miraba la suya como si me importara algo lo que dijera.

05 junio, 2003

La solución

Inicia el informe admirando la magnitud de lo que va a exponer. Si se siguieran sus directrices, si se aplicaran sus criterios tal y como expondrá en esas hojas, la empresa se salvaría. Él ha sido el primero en reconocer de forma tan clara el orden que subyace bajo la desorganización, y las formas tan simples e inmediatas en que podrían reenderezarse las cosas. ¡Y los gráficos! Los ve tan claros en su cabeza, esos diagramas, esos bloques... Sería un buen informe, pero desiste, harto de que le salten los tabuladores y que las barras estadísticas salgan de otro color.

Palabras como balas

Entraron en mi casa de noche mientras estábamos durmiendo. Quise llamar a la policía, pero ellos eran la policía, y me apuntaron con sus linternas, cegándome. Uno de ellos empezó a llenar grandes bolsas con mis libros mientras su compañero hacía callar a mi mujer, que gritaba. Entonces me agarraron del brazo, me hicieron levantar. Mientras me esposaban las manos a la espalda, vi a mi hija pequeña mirar sin comprender, llorar porque se me llevaban, y ése fue el único momento en que me arrepentí de haber escrito aquel cuento en el que describía en aquellos términos al presidente.

04 junio, 2003

Pregunta de un libro de mates

Morirá dentro de diez minutos, pero él no lo sabe, y se para a mirar los escaparates en una tienda de libros de ocasión. Pasa un rato, tres minutos. Entonces sigue andando, no piensa detenerse hasta llegar a casa. Pero dos minutos más tarde compra en el quiosco un diario que no llegará a leer y una película que nunca verá, y emplea en todo ello dos minutos más. ¿Si le separan 200 metros de su casa, a que velocidad debería ir para morir justo en el portal? ¿Cuántos minutos le quedan de vida? ¿Si lo supiera, como debería disfrutarlos?