Sueños de pago
Me pagaban por soñar. Cada noche me encontraba con ellos en un sotano húmedo y oscuro, donde bebía sus hierbas y dormía sobre un suelo alfombrado, mi mente elaborando las ficciones que, de algún modo, les nutrían. No sé qué hacían con mis sueños, pero recuerdo haber vislumbrado personas que habitaban mis ensoñaciones y se escondían tras mis fábulas y mis terrores, espectadores voraces de las mentiras que mi cerebro ideaba. Al principio tuve miedo de que me dañaran mientras dormía, pero pronto supe que sólo en sueños corría peligro, y por ello evitaba soñar con cuchillos o con hachas.
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