Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

04 mayo, 2007

Productos de limpieza

Dos veces por semana una señora viene a hacer limpieza. Al principio, al volver del trabajo, me encontraba los dos o tres productos de limpieza que usaba. Pero veo que cada vez utiliza más líquidos y potingues: amoniaco, lejía, jabones de todo tipo, ceras, salfumanes, antipolvos, desengrasantes, antioxidos y cien botellas más con siglas extrañas que desconozco.

Temo que tanta química suelta no debe ser buena, y que algo debe quedar en el ambiente, y en lo que comemos. Pero me dicen que no, y que el hecho de que ahora mis hijos brillen en la oscuridad no está relacionado.

03 mayo, 2007

Descubrir el engaño

Descubrí que todo era un engaño cuando a mi jefe se le acabaron las pilas. Al principio creí que había muerto, pero justo entonces entraba el de mantenimiento con cuatro pilas nuevas y se las cambió en un momento. Abroncó a aquel chico por haber tardado tanto y le hizo salir. Luego me miró inquieto, en lo que entendí que era miedo a verse descubierto.

- ¿No lo sabías? - me preguntó. ¿Nunca lo sospechaste?
- No, claro que no. ¿Quién más sabe que eres un robot?

Me miró sonriendo, como si mi ignorancia le divirtiera. Se acercó hasta mí, y me apagó.

01 mayo, 2007

Rarezas del abuelo

El abuelo les tenía preocupados. Le veían acarrear trastos, tubos, cables que encontraba por la calle, y acumulaba en su habitación. Mientras los nietos hacían los deberes, él les cogía un lápiz o un rotulador, y se encerraba a dibujar garabatos en papeles raídos que no dejaba ver a nadie. De noche golpeaba sus tubos de metal hasta que le chillaban que parara. Llamaron a los servicios sociales, pues habían oído hablar de viejos que empiezan a acumular porquerías, pero quien vino a buscarle fue la policía. Desalojaron la casa, y la ciudad entera, por el peligro de explosión nuclear.