Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

27 septiembre, 2005

El Ahorcado (XII)




Tras desayunar una ración doble, viene un cura a hablarle de paraísos, culpas, pecados y perdones. Cuando le pregunta si quiere confesarse le golpea con la bandeja, y sigue hasta que los guardias se le echan encima y le inmovilizan. El cura huye, pero sigue oyendo las blasfemias del preso, y no entiende como un corazón puede encerrar tanto odio. Eso explica las burlas al emperador, al orden, a Dios. Un pobre diablo, pero la sociedad debe protegerse. Mientras tanto los guardias conducen al reo amordazado hasta el patíbulo, donde la multitud jubilosa e impaciente pueda insultarle antes de morir.



26 septiembre, 2005

Los Enamorados (VI)




Han hecho el amor por primera vez, y no habrá más: a él lo habrán degollado antes de dos horas, y ella nunca acabará de recuperarse de aquella pesadilla. Pero ahora no lo saben, y descansan bajo las estrellas. Huyen de sus padres, pues ellos piensan que él debe cumplir su deber con el Imperio. Ahora han de verse con un escultor excéntrico que les hará papeles nuevos. Andan por la carretera, y piensan en el futuro. Un coche se detiene para llevarles. El conductor les sonríe. Semanas más tarde será ahorcado, junto al subversivo al que buscaban los enamorados.



22 septiembre, 2005

La Emperatriz (III)


Siempre había trabajado para mejorar las escuelas del Imperio, pero algo no iba bien: revueltas continuas, subversión, niños asesinos... Dirigió nuevas directrices a los colegios, les pidió que separaran en aulas especiales a los más conflictivos, y que sustituyeran sus profesores por detectores automáticos de presencia. Los padres pedían que hicieran más horas de estudio, que comieran allí, que durmieran allí, ya vendrían a verles los fines de semana. El sistema se fue perfeccionando, y para que los chavales no intentaran faltar a clase, se les rodeó de rejas y de perros guardianes. Y cada dos meses, hacían un examen.



21 septiembre, 2005

La Muerte (XIII)




Cuando los niños empezaron a matar a sus padres, se explicó primero por las influencias negativas de la televisión, y por lo mal que se enseña en las escuelas. Muchos progenitores se organizaron para defenderse, y expulsaban pronto a sus hijos de casa, montando turnos de vigilancia por las noches. Las calles se llenaron de chavales furiosos, y cuando quienes les veían volvían a casa, miraban a sus hijos con recelo, creyendo reconocer en sus ojos aquellas miradas temibles. Dormían cerrando sus habitaciones por dentro, y no aceptaban sus regalos. Y cada noche recordaban que no podían postergarlo mucho más.



16 septiembre, 2005

La Luna (XVIII)



Sólo la luz plateada de la luna compite con los fuegos distantes para iluminar la noche. Arden las ciudades, y desde esta distancia podemos olvidar que entre las llamas hay gente y gritos y tragedias. Si miramos fijamente las hogueras lejanas, podremos ver como el fuego adopta formas y chisporrotea alegre. Si levantamos entonces los ojos a la luna, notaremos su poder, podremos oír a la bestia que reside en nuestro interior, y buscaremos estacas con clavos, y machetes, y gasolina, y nos dirigiremos gozosos hacia la ciudad, cargados de justa ira, para que crezcan el fuego y los gritos.



01 julio, 2005

La Rueda de la fortuna (X)




Todo el imperio seguía las revueltas por televisión, y cuando el Emperador anunció la Lotería Solidaria, los corazones se encogieron. La tradición era antigua, invocada en tiempos de insurrecciones, y servía para mostrar que si se ataca al poder, nadie es inocente. Por no vigilar, por no denunciar, por no condenar. Cincuenta elegidos al azar, cuyos códigos de identificación aparecerían en pantalla. Las madres abrazaban a los hijos, y aunque sabían que era difícil que les tocara, temían lo peor, que le tocara a su hijo, que tras aparecer su código en pantalla irrumpieran las tropas para llevarlo al sacrificio.


23 abril, 2005

El Carro (VII)




Se sentía invencible conduciendo ese carro de combate, sin muros ni obstáculos que pudieran detenerle. Recuerda la academia, las carreras con otros blindados, la euforia de sentirse tan vivo y fuerte. Pero nunca le enseñaron qué había que sentir cuando se tiene en frente, como ahora, a un hombre con sólo dos bolsas de plástico en las manos y un lazo azul en la solapa, al que se le unen en silencio otros hombres, y mujeres, y niños. No quiere mirar los rostros, por no reconocer a nadie. Recibe por radio la orden que no quería oír, y debe obedecer.


22 abril, 2005

El Ermitaño (IX)




El Ermitaño (IX)

El anciano baraja de nuevo los arcanos mayores, y compone con ellos la cruz céltica. No quisiera ver repetidas las lecturas anteriores, pero las cartas no mienten, aun cuando el orden nunca se repita. Ve de nuevo confirmado que aquella historia tiene un discurrir inevitable, ya escrito, y que tras cada cuento, tras cada carta, ira dejando algo de si mismo. Pero no hay opción, pues los personajes corren ya libres y piden ser contados. Así, el anciano repasa de nuevo los arcanos y lee sus cíclicas historias, y se limita luego a transcribirlas, una tras otra, en cien palabras.



21 abril, 2005

El Sumo Pontífice (V)



Imparte la bendición a la multitud congregada en la plaza, y advierte muchos lazos azules entre la concurrencia como protesta contra la muerte de un pobre infeliz al que el emperador ha hecho colgar por disidente. No ha querido condenar la ejecución, pues sabe que eso provocaría revueltas y no está bien. Además, mientras muchos se niegan a aceptar ese silencio, otros piden una defensa cerrada del emperador. Mientras les habla en latín, un idioma que no entienden, los más fieles entre los fieles imponen el orden, arrancan lazos azules, ordenan rezos y ofrecen en holocausto a los malos creyentes.



20 abril, 2005

La Justicia (XI)




Los verdugos no les gustamos, lo sé, pero odio cuando esos señoritos trajeados me preguntan eso. Quieren orden y seguridad pero desprecian a quienes hacemos el trabajo necesario. Nos encuentran útiles pero estéticamente desagradables. ¿Saben qué hizo este tipo al que acabo de ahorcar? Destripaba gente, sus últimas víctimas sobrevivieron, pero el chico sigue en coma y con ella jugó tanto que tardará en sanar. Mañana ahorcaré a otro, si, un escultor subversivo, creo. Por eso odio esta pregunta: ¿Que si disfruto con mi trabajo? ¿Por quién me han tomado? ¿Acaso no soy humano? Claro que disfruto, ¿quién no disfrutaría?



19 abril, 2005

El Diablo (XV)




La noche es asquerosamente fría. Conduce despacio por la comarcal, y ve a la pareja de tortolitos haciendo autostop. Ella es un bomboncito, sí señor. El frío se anula por un fuego interior que lleva tiempo sin quemarle. Para el coche, finge amabilidad, suben. No paran de contarle sus historias absurdas: unos padres intolerantes, una bruja que les había sugerido ir a ver a no sé que idiota. Pero están cansados, y se duermen abrazados en el asiento trasero. Sonríe, y se alegra de llevar en el maletero, como siempre, su bolsa con los libros de anatomía y los bisturíes.


La Sacerdotisa (II)




Acaba de atender a una pareja joven a quienes sus padres quieren ver separados. Les ha dado un par de velas de colores y un buen consejo, y se han ido felices y confiados. Ahora los ha olvidado ya, y estudia los dibujos trazados en la arena, y los completa con un círculo y un par de lineas cruzadas. Siente que algo está cambiando, que la estabilidad del imperio puede ser sólo una apariencia, así que persevera en sus lecturas y sus invocaciones. Siempre ha sabido mantener el secreto, pero llegan tiempos interesantes, y la verdad habrá de abrirse paso.




El Emperador (IV)



Su despacho está en lo alto de una torre de cristal. Desde sus ventanales contempla su imperio, habla por teléfono, dicta directrices, toma decisiones. Apenas se discuten sus mandatos, pero circulan por la ciudad esculturas burlescas que fabrica un vagabundo y que le faltan al respeto. Se ocupará de ello, pero ahora sólo piensa en la visita anterior, un extraño personaje que no estaba en su agenda y que le ha mostrado papeles, y le ha hecho observar unas figuras en su ordenador. Finalmente se han dado la mano, y siente de repente que le duele tanto poder, tanta responsabilidad.



18 abril, 2005

El Mago (I)




Llega cuando no se le espera, a veces rodeado de niños a los que divierte con trucos, otras veces solo y huraño. Desde las ventanas se le observa con respeto y temor: su presencia aporta sabiduría pero también es presagio de cambios e incertidumbres. Lleva una bolsa de piel, o tal vez un ordenador portátil conectado a Internet por satélite. Tal vez te llamará por tu nombre sin conocerte, y en sus libros o en su pantalla barajará símbolos, letras, signos y señales. Y si entonces te mira a los ojos fijamente sabrás que no puedes escapar de tu destino.


El Loco (0)



Dejó atrás todo, y ahora hace esculturas extrañas que vende a turistas despistados, y aprende trucos de magia que jamás muestra a nadie. Cree tener cosas que contar, reflexiones nunca dichas, nunca escritas, pero nadie quiere oírlo, ni a él le gusta hablar con gente. Antes, cuando era contable, cada día se parecía a otro día, y soñaba con vivir así, pero sin latas de comida y sin frío. Ahora es libre, o algo parecido, y no tiene que explicarse ante nadie, y come cuando quiere y hace lo que quiere. Pero, incluso ahora, cada día es igual al anterior.



07 abril, 2005

Homenaje, en estos días, a una buena persona

Homenaje, en estos días, a una buena persona

Murió, ante todo, una buena persona. No fue fácil su infancia, tras una guerra, teniendo que pasar hambre, pero él se preocupó siempre de los suyos, trabajó por ellos, estuvo siempre a su lado. Tuvo que cambiar de país sin dejar de ser humilde, pero el mundo a veces es injusto y él tuvo que abandonar a los suyos de nuevo, ahora para siempre, hasta más allá del horizonte, viajando en patera hacia un lugar desconocido donde trabajar para hacer dinero y volver a casa. Pero esa noche la patera volcó, y no ha habido colas para ver su cadáver.

15 marzo, 2005

Historia difuminada

Te despiertas y sientes el tatuaje, aun quema, la piel se resiste al número, y entonces sientes también que te han robado el nombre, y el rostro que ves reflejado en el agua sucia es el tuyo pero es también centenares de rostros, igual que tu número es tantos números, igual que tu muerte será sólo otra muerte. Muchos como tú vagan difuminados, con las mismas caras y los mismos gestos, sólo las cifras para diferenciar y catalogar. No hay palabras, no hay sonidos, no hay recuerdos; y sales fuera y alrededor sólo hay niebla y alambres y más niebla.

13 marzo, 2005

Duendes, o algo así

Está en todas las tradiciones de todas las culturas: seres diminutos que aparecen de noche en los hogares y esconden las cosas para que los propietarios no puedan encontrarlas al despertar. En mi casa es también así, como en todas las casas, pero en la mía son más trabajadores. Suelo acostarme tarde y levantarme pronto, así que les queda poco tiempo, pero lo aprovechan bien: llaves, libros, papeles, cuentos maravillosos que escribo por la noche y que no vuelvo a ver ni a recordar por mucho que me esfuerce, y debo conformarme con escribir de día tristes sucedáneos como éste.

10 marzo, 2005

Cuentos incorrectos

El escritor compuso un cuento breve sobre un ciego que vivía en los túneles oscuros del metro. La Asociación de Ciegos se quejó por la imagen negativa hacia los invidentes, como si sólo pudieran arrastrarse entre sombras. El escritor retiró el cuento, y escribió otro sobre una mujer que convivía con monstruos en secreto, pero una organización feminista le amenazó con emprender acciones legales si se publicaba, porque dejaba mal a las mujeres mientras que los monstruos quedaban simpáticos. Harto de complicaciones, escribió sobre una gota de lluvia, tema aparentemente inocuo, pero no tardaron en llamar los meteorólogos, muy enfadados.

08 marzo, 2005

Jardín zen

Quise convertir una habitación de casa en un jardín zen, ya sabéis, arena, algunas rocas y un rastrillo para arar formas mientras meditas. Yo opinaba que quedaría muy bonito y que relajaría mucho entrar allí, con olor a incienso, esas cosas. Mi mujer, sin embargo, consideraba que haría un montón de polvo, y que pronto tendríamos el pasillo lleno de arena, y que se nos iría metiendo por los zapatos, y que, además, aquello sería un perfecto nicho ecológico para todo tipo de bichos. Y es que es lo que tiene el zen, que no se puede practicar en casa.

22 febrero, 2005

Condiciones de compra

Compramos el piso aun sabiendo lo de la habitación, y las condiciones, pero es que son tan caros, recien nos hemos casado y ella no trabaja, y con el niño no lo hará de momento, así que dijimos, ¿por qué no?, sólo es una habitación a la que no podemos entrar, y sólo hay que dejar alimento cada noche, a veces cuesta encontrar, y llego tarde mientras ella espera, temerosa y preocupada, y hay que ir con cuidado, eso si, procurar ser metódico, no hacerle pasar hambre ni dejar la puerta abierta, pues no entiende de propiedades ni de hipotecas.

03 febrero, 2005

Última noche

Nos sentamos fuera de la ciudad, junto a sus murallas, y el tenue fuego de la moribunda hoguera nos proporcionaba la mínima luz en aquella noche sin luna ni estrellas. Éramos desterrados, expulsados de la ciudad por traiciones supuestas y aunque pudiéramos huir, y guarecernos, nadie cometería tal deshonor. No hablábamos, no era ya momento de palabras, solo podíamos aceptar callados y dignos el destino que nos esperaba cuando el sol saliera, mientras los habitantes de la ciudad durmieran a salvo de la luz, y nosotros, antes inmortales, viendo por primera vez morir la noche, sentenciados a un horrible final.

17 enero, 2005

La venganza de la naturaleza

Tiré un tabique en casa para juntar dos habitaciones y tener un salón más grande. El edificio, para vengarse de las agresiones a que lo sometía, comenzó a crujir por las noches, como si quisiera amenazarnos con hundirse sobre nosotros en pleno sueño. Restituí el tabique, y todo volvió a la normalidad hasta que cambié las baldosas del baño. Entonces, para defenderse, el edificio empezó a soltar agua sucia por los grifos, así que restituí la antigua cerámica. Ahora es suficiente con que piense en mover un mueble de sitio, para que el suelo empiece a vibrar, pidiéndome un respeto.

07 enero, 2005

Autoayuda

Tengo una amiga que ha caído víctima de los libros de autoayuda. Empezó como un pasatiempo inocente, pero pronto empezó a criticar a todos por no sé qué zonas erróneas que tenían. Luego se volvió asertiva, tanto que daba miedo, y así fue perdiendo amistades. La fui a ver ayer, y estaba haciendo taichí, creo, en una posición muy rara, y me dijo que había aprendido a respirar, que hasta ahora no sabía. Como se ha vuelto autosuficiente y segura de si misma, tanto le da todo, sin miedo alguno a decir que no, pero sin nadie a quien decírselo.

05 enero, 2005

Viaje nocturno

Esta noche regresaba sólo, en coche por una carretera de montaña tras algunos negocios que me llevaron lejos. De pronto presentí que a ambos lados de la carretera, tras los matojos y los árboles, ojos amarillos me observaban, así que aceleré, pero sus miradas seguían, escondidas y fijas en mi, y aceleré más, y un derrape absurdo me hizo volcar junto a la carretera. No me he hecho daño, creo, pero el miedo también duele, y sigo acurrucado dentro, con los ojos cerrados para no ver los suyos, muchos, amarillos, tras los cristales, y rezo por que no sepan abrir.

04 enero, 2005

Buenos propositos para el año nuevo

Para este año que empieza me he hecho varias propósitos:
No dejaré que la pereza de escribir pueda conmigo, excepto si estoy cansado o no me apetece.
No me acercaré al agua si veo venir olas gigantes.
No pediré más entrevistas con Dios, pues ya veis a que cosas dedica su tiempo libre.
No dejaré tanto tiempo esta página desatendida, pues estais aquí.
No dejaré que me atrapen los vampiros, y los monstruos, y esas cosas oscuras y dentadas que viven bajo la cama y en los armarios.
No me descontaré en las palabras, y procuraré que siempre sumen cien.

Curiosidad

Junto a mi casa hay una tienda extraña. En un principio se dedicaban a la importación y exportación de no se sabe qué, pero ahora el rótulo dice que organizan sistemas de cableado. Yo siempre veo a los mismos, sin clientes, y no puedo dejar de imaginar historias de mafias rusas y reuniones clandestinas. Un día entré en la tienda, pero como no necesito ningún tipo de cableado, me limité a decirles que era vecino, y que sentía curiosidad por su trabajo. El tipo más alto y fornido me miró fijamente sin responderme, así que consideré prudente volver a casa.