Cien Palabras ha cumplido 10 años. Gracias a todos.

Parece mentira. Hace diez años empece a escribir estos pequeños cuentos, y cree esta página para darlos a conocer. Al principio la intención era escribir uno cada día, pero al final la cosa se fue espaciando, lo que me remuerde la conciencia, pero que le vamos a hacer...

Os digo de verdad que intentaré ser más constante. Pero la voluntad es débil. Así que, como oí una vez: "No puedo aseguraros que lo intente, pero os aseguro que intentaré intentarlo."

Muchas, muchas gracias a todos. Gracias por leerme y, un poquito, por entenderme.


Jordi Cebrián



Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.


Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.

Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.

30 agosto, 2002

Cinco minutos

Cinco minutos antes de tu muerte tan sólo te quedarán cinco minutos de vida. Tal vez lo ignores y creas que verás el partido entero, o que llegarás sano y salvo a tu destino. O puede que los apures, que sepas su valor y su misterio, que la cuenta atrás no te sea ajena, aunque la temas, o la desees, o tal vez esperes que alguien llegue a tiempo de contarte que todo era una broma, que no hay tiempos fijados, ni reglas, ni guiones escritos. Y si has creído en hadas, las sentirás bailar alrededor. Cinco minutos, tanto tiempo.

27 agosto, 2002

Reflejos

No me atrevo a comentarlo con mi mujer, pero cada vez que en casa paso por delante de un espejo, veo allí reflejadas personas que corren a esconderse cuando las miro. Primero eran presencias fugaces, a las que pillaba desprevenidas, pero lo suficientemente nítidas como para hacerme dudar de mi cordura. Ahora sé que existen, que son reales, que habitan nuestra casa invertida, usan nuestras cosas reflejadas y leen libros escritos del revés. Son tímidos, pero de un tiempo a esta parte me han cogido confianza y cada mañana rodean mi imagen en el espejo para ver cómo me afeito.

26 agosto, 2002

Extraño encuentro

La niña tuvo que acostumbrar sus ojos a la oscuridad antes de verle sentado a la mesa, agitándose inquieto en la silla, jugando compulsivamente con un tenedor. Ella avanzó despacio y tomó asiento también, temiendo que aquel hombre oliera su miedo, oyera los latidos descontrolados de su pequeño corazón. En el suelo, entre restos de comida y desperdicios, una pequeña jaula con una liebre dentro, removiéndose desesperada en aquel pequeño espacio. El hombre, que llevaba un sombrero verde estrafalario, reía absurdamente, se murmuraba cosas a si mismo, y agitaba con furia los cubiertos. Alicia, aterrada, empezó a servir el té.

24 agosto, 2002

Amor

En la mirada que la recorre hay amor, y cuando con los dedos acaricia su cabello rubio desearía congelar ese instante sintiéndola tan cerca, atrapar cada curva de su silueta, cada matiz de su piel suavísima. Acerca sus labios a los de ella, y quiere demorar el momento del beso mirando ese rostro sereno que le aviva el deseo y la abraza y la hace suya, queriéndola más allá del frío de su piel y del olor inevitable, siempre igual, imposible mantenerlas así, tan calladas, y deberá trabajar en el jardín y volver a la ciudad buscando a su amor.

23 agosto, 2002

Prisionero en cuerpo ajeno

Estaba encerrado en un cuerpo que no era el suyo, en una persona gris a la que no le gustaba la comida picante, ni el riesgo, alguien que se ocultaba en casa cuando llovía y que nunca exploraba la ciudad de noche. Se sentía prisionero de ese vivir apático, de ese hombre temeroso tan distinto de él. Soñaba con que un día alguien rompería aquella magia negra y se vería libre para ser él mismo. Con el tiempo descubrió que no había prisión ni encantamiento, pero ya era demasiado tarde: tenía un trabajo estable y ya había pedido una hipoteca.

22 agosto, 2002

El vientre de la ciudad

Viven monstruos terribles en los túneles de la ciudad, seres sin luz ni corazón que se alimentan de ratas, gatos y mendigos. Para cazar a estas bestias, una virgen armada con una daga corta entra sola de noche en las alcantarillas, mientras la ciudad reza por ella. Tras recorrer colectores y escalas, se hace un corte en la palma y deja que su sangre caiga al agua. Cierra los ojos, hasta que siente un aliento húmedo en la nuca y algo como una garra acariciando su muslo. Entonces sus manos aferran el cuchillo, y hace lo que tiene que hacer.

Dios a votación

El pueblo se reunió en asamblea para encargar un dios hecho a medida. Se votaron los atributos teológicos principales. Hubo amplio acuerdo respecto a la omnipotencia, indispensable para que su nuevo dios pudiera hablar de tú a tú con dioses de pueblos vecinos. Algunos sugirieron que fuera una característica desactivable, para evitar que las previsibles iras divinas tuvieran consecuencias funestas. La omnisciencia despertó menos apoyos, pues el pueblo era muy celoso de sus secretos e intimidades, así que se restringió estableciendo garantías jurídicas. El don de la ubicuidad fue descartado: se le asignó a Dios un despachito en la sacristía.

21 agosto, 2002

Nominación

El presidente de la escalera me comunicó que había sido nominado para el Premio al Peor Vecino, en dura competencia con el del ático, que siempre baja basuras putrefactas en el ascensor y lo deja apestoso, y con la pareja de moldavos del tercero a quienes algunos envidiosos reprochan un exceso de decibelios en sus expansiones amorosas a horas avanzadas. Me ilusionó mucho la nominación, pero luego me invadió la convicción intima de que ni mis insultos desde el balcón a los transeúntes, ni mis frecuentes bromas en la escalera con pieles de plátano, serían considerados méritos suficientes para ganar.

20 agosto, 2002

Fantasmas de biblioteca

Los espíritus se manifiestan en las casas con signos sutiles y ominosos, manchas de sangre en las alfombras o puertas rechinando de noche. Luego se animan y empiezan a mover muebles y tirar jarrones. En ocasiones incluso llegan a las manos, ectoplásmicamente hablando, con los moradores. Pero en mi casa los fantasmas sólo actúan en los libros de mi biblioteca: cambian los finales, hacen comportarse a los personajes de las novelas de modo insospechado, o trastocan nombres, adjetivos y adverbios para ponerlo todo patas arriba. Yo ya no uso mis libros de recetas desde que un día casi me enveneno.

19 agosto, 2002

Relevo en la investigación

Al inspector Guzmán no le ha gustado que le apartaran del caso. Durante seis años ha estado coordinando la investigación, clasificando cada pista, cada hipótesis, cada detalle de cada una de las once muertes de chicas altas y rubias. Pero tras los últimos crímenes sus superiores necesitan resultados, y ahora, presionados por la prensa, van a sustituirle por algún chavalillo de academia con métodos modernos y asesorado por expertos extranjeros. Es por todo esto que Guzmán pasea triste, y aunque sabe que a partir de ahora será más difícil, se decide a seguir a una chica rubia que anda sola.

18 agosto, 2002

Consejos

La gente siempre busca mis consejos para temas de amor, trabajo, familia y dudas existenciales en general. Yo sólo digo disparates y majaderías, pero parecen no darse cuenta, y siempre acaban muy reconfortados y convencidos sobre lo que tienen que hacer. Aunque casi ni escucho sus rollos sobre sentimientos y angustias, cuando noto por el tono de su voz que buscan aprobación o rechazo, suelto lo primero que se me ocurre, con tono reflexivo, irónico, indignado o misterioso, según cómo me dé. Y si acaban pidiendo concreciones concretas, pues se las doy, y si no les gusta que no vuelvan.

16 agosto, 2002

Payasos

Antes no me gustaban los payasos, me angustiaban sus muecas, su andar torpe, ese maquillaje pavoroso en los ojos y las bocas sobre un blanco mortecino. Nunca lo conté por no parecer cobarde, y para mi décimo cumpleaños me llevaron al circo en primera fila. Pronto los payasos rodearon la pista tirando agua al público. Antes de que me diera cuenta un horrible círculo de caras gritonas y narices rojas me rodeaba, me agarraba. Lo último que vi fue a mis padres riendo, antes de que me llevaran dentro, me pintaran la cara, y me convirtieran en uno de ellos.

13 agosto, 2002

Atasco

Pensaron al principio que se trataría de algún accidente algunos kilómetros más adelante, la única explicación de una retención en la autopista que duraba ya más de dos horas. Quienes tenían aire acondicionado en sus coches se refugiaban allí e intentaban relajarse y pasar el tiempo escuchando música. Otros habían salido y hablaban en corrillos con los ocupantes de los otros vehículos. Cuando se oyó llegar a los helicópteros todos pensaron que se trataba de una actuación para solucionar el atasco, así que los disparos y las explosiones les cogieron desprevenidos y tardaron en comprender que ellos eran el objetivo.

Videoclub de barrio

Siempre me dejaba aconsejar por el dueño del videoclub, que cada vez me recomendaba películas más raras: cosas checas experimentales, ficciones documentales sobre el subdesarrollo urbano, o extrañas narraciones visuales donde no pasaba nada durante minutos hasta que de repente irrumpía en pantalla un gallo desplumado, cosas muy extrañas, ya digo. Me sabía mal no hacerle caso, pero llegó un momento en que aquello se hizo aborrecible, así que un día le insinué que, por una vez, escogería una película de polis, con mucha acción, tiros y explosiones. No me dijo nada, pero vi cómo anotaba algo en mi ficha.

12 agosto, 2002

Casa de muñecas

Le regalé a mi mujer una casa de muñecas, su sueño de siempre. Era una casa victoriana de tres pisos más buhardilla, además de galería y terraza. Mi mujer la decoró con esmero, y dotó de nombre y de pasado a los muñecos: Don Cosme, Dorothy, los niños... Jugábamos juntos a inventarnos historias, locamente repletas de amores, riñas y traiciones. Pero un día malhadado le regalé un muñeco fantasma para la casa, una ocurrencia que parecía divertida. Desde entonces Don Cosme ha empeorado del corazón, y dice oir gemidos y cadenas, aunque el resto de la familia no le cree.

09 agosto, 2002

Miniatura gigantesca

Aquélla era una miniatura gigantesca. Seis metros de largo por dos de alto, repleta de detalles minúsculos, cada centímetro cuadrado mostraba paisajes o caras o detalles de cocinas rurales a la luz de la tarde. Había castillos, ríos, guerras, multitudes donde cada rostro era mostrado con precisa minuciosidad. Pero, como en las paradojas geométricas, cada figura o forma mutaba y era también lo más opuesto, según cómo se mirase. La gente examinaba aquella inmensidad inabarcable, aquel aleph densísimo, buscando su propio rostro o el de un ser querido. Y si lo hallaban nunca más podían volver a dar con él.

08 agosto, 2002

Plagio

Descubrí que hay alguien en Internet que copia mis cuentos. En cuanto publico uno nuevo, mi imitador crea una réplica del mismo en su propia página web. Pero, para mi vergüenza, cada uno de sus cuentos es cien veces mejor que los míos. Donde yo apenas tengo el germen de una idea, él la presenta desarrollada con una inteligencia y un talento que yo sólo puedo envidiar. Plagia mis cuentos, es verdad, pero no me atrevo a denunciarle, ni siquiera a ponerme en contacto con él, pues temo descubrir que su vida sea también una versión mejorada de la mía.

04 agosto, 2002

Inquietud

Era una pensión de mala muerte, lo único que pude conseguir en la ciudad. La habitación estaba en un piso alto, y mi cama daba a un ventanal sin protecciones al que me dio vértigo asomarme. Estaba cansado, pero no podía dejar de pensar en que, si me dormía, tal vez me acercara sonámbulo a la ventana y acabara muerto allá abajo, sin darme cuenta. Aunque hacía calor, intenté cerrarlo, pero las juntas no encajaban bien y sólo pude entornarlo. El sueño me venció, y no pude volver a despertar, aunque sentía el ventanal abierto, arriba, y el suelo acercarse.

02 agosto, 2002

Historias de carretera (1)

Tardó en asimilar lo que había visto mientras adelantaba al camión de ganado: manos humanas aferradas a los pequeños barrotes, brazos entre brazos agitándose para buscar aire o pedir auxilio. Y, lo más terrible, ojos tristes y temerosos brillando en la oscuridad entre las rendijas de los tablones de madera. Cuando el camión tomó un camino lateral, dio la vuelta y le siguió sin ser visto, hasta una mina abandonada. Estaba seguro de que se trataría de inmigrantes ilegales, mano de obra barata, hasta que oyó los cánticos del círculo de personas que esperaban ritualmente alrededor de un gran pozo.