Hongos
Aquel día tomé demasiados hongos, y las paredes empezaron a fundirse. Yo avanzaba despacio por el pasillo, los pies hundidos en una masa pegajosa y musical. Recuerdo murmurar fragmentos bíblicos, sonaban en mi interior con resonancias épicas y apocalípticas. Ella me tomó de la mano, pero no quise mirarla por no ver su cara deshaciéndose ante mí, su piel, sus ojos, resbalando hacia el suelo. Sus palabras eran palabras de multitudes, y huí de ellas. Me quedé un tiempo infinito tirado en el suelo, sollozando por la incapacidad de contar lo que sentía. Ahora, sereno, intento hacerlo en cien palabras.
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