Cuento mágico
Lo difícil no fue escribir el cuento, sino aplicarle la magia que había aprendido. Tras los conjuros, el cuento ya no podía ser leído dos veces sin ser distinto cuento. A cada lectura mostraba nuevas historias, nuevos miedos, nuevas esperanzas. Lugares y personajes surgían mágicamente cuando el lector volvía a él. Piratas, naves, lugares oscuros, romances, pasión, y, según contaban algunos lectores, deseos prohibidos y secretos innombrables. No había tampoco dos personas que leyeran lo mismo, como si mutara para adaptarse a cada cual. Un cuento mágico, tan distinto a éste, que sigue siendo el mismo al volver a leerse.
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