Historia comprada
El viejo me abordó en la calle, y me susurró, con complicidad, que podía venderme una historia. ¿Para qué la quiero?, le dije. Sé que la necesitas, respondió. Dudé un segundo, pero no tenía nada que perder. ¿Será una historia nueva, sólo para mí?, le pregunté. Podrás hacer con ella lo que quieras, me aseguró sonriendo, y me pidió que le siguiera. Vivía cerca, una casa muy vieja perdida en un jardín feo y sin cuidar. Casi sentía miedo, pero algo en el anciano me inspiraba confianza. Me hizo esperarle fuera y cuando volvió a salir me contó esta historia.
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