Lenta soledad
Me levanté y fui a despertar a mis hijos, pero sólo había uno. Le pregunté a mi mujer por nuestra hija, y me miró extrañada, mostrándome su mirada que el error era mío, que mi hija nunca existió. Al día siguiente mi mujer seguía allí, y hacíamos una buena pareja, pero nunca habíamos tenido niños. Hoy al ir a dormir la he abrazado con fuerza, y a ella le ha extrañado este súbito arrebato de cariño. Y no quiero decirle que mañana yo estaré soltero, y viviré en este mismo piso, pero más sucio, más desordenado, y muy, muy vacío.
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