Parábola
Se acercó a sus discípulos sonriendo y les preguntó: "¿No es cierto que, como el lechón jovial o el ruiseñor feliz, también nuestras almas brincan y se llenan de gozo viendo el sol, y la tierra, y el aire?". Y siendo que los discípulos empezaban a estar hartos de una caminata sin propósito aparente, bajo un sol de justicia en aquel infierno arenoso, asintieron sin entusiasmo. Pero uno de entre ellos, más lenguaraz, díjole: "Sabe, maestro, que igual que la abubilla toca sus huevos con el pico, tú nos estás..." Mas tirándole de la túnica sus compañeros, le hicieron callar.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
31 mayo, 2002
30 mayo, 2002
Plazo de entrega
Quedan dos semanas para entrar en imprenta, y dudo poder darle la obra acabada a mi editor. El bloqueo del escritor, le llaman. Los primeros meses fueron bien. Las primeras veinte palabras salieron fluidas. Después, poco a poco, los conceptos empezaron a debatirse inquietos antes de venirme a la mente, no se dejaban atrapar. El ritmo decaía, la estructura se venía abajo. Los personajes, tan vivos al principio, parecían ahora flojos estereotipos. Cuando llevaba setenta y cinco me atasqué. Estoy trabajando duro en las veinticinco últimas palabras, las he reescrito centenares de veces. Suena el teléfono. Debe ser mi editor.
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29 mayo, 2002
Ayuda y protección
¿Por qué hemos dejado que ocupen nuestra casa, y rasguen nuestros cuadros, y rompan nuestros libros? ¿Cuándo podremos volver a pasear nuestro amor por sus estancias, sin que hombres de uniforme y lanzas vigilen nuestro paso? Primero nos dijeron que, sin saberlo, teníamos dentro al enemigo, y nosotros, inocentes entonces en nuestra cotidiana felicidad, nos llenamos de miedo y de sospecha, y cada noche mirábamos armarios y blindábamos puertas. Entonces vinieron, y les dejamos pasar, con sus espadas y sus perros, para librarnos de todo mal. Aun buscan al enemigo, y no dejarán piedra sobre piedra hasta dar con él.
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28 mayo, 2002
Llegar tarde
En mi sueño, cada noche, corro hacia la estación donde ella espera el último tren, sola en el andén oscuro y desierto, hacia donde corro para salvar su vida, para salvarla del hombre malo, y del cuchillo, corro porque sé que él llegará, ella se girará por el ruido, y brillarán sus ojos, y sonreirá, hasta que vea el cuchillo y la muerte, corro sabiendo que como cada noche llegaré tarde, jadeante y cansado por el esfuerzo, sabiendo que ya está, que he vuelto a fallar, que no puedo salvarla, que yo soy el hombre malo que ha llegado corriendo.
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27 mayo, 2002
Vida aérea
Les quitaron un día las calles, y las puertas de sus casas. Debían salir por las ventanas, cruzar por encima de tablones hasta los balcones y terrazas de los vecinos. La ciudad se llenó de pasarelas que unían los edificios entre si, y aprendieron a descolgarse con cuerdas entre niveles. Con el tiempo, se han acostumbrado a vivir sobre esa frágil telaraña aérea. A veces, la fatalidad o la imprudencia provocan caídas desde lo alto hasta la calle inexistente. Entonces todos detienen su actividad y miran desaparecer el cuerpo, mientras recuerdan melancólicos un día en que hubo aceras y asfalto.
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26 mayo, 2002
La nevera
No le queda espacio en la nevera para guardar las latas de cerveza. Hace mucho que tiene que limpiar aquello, lo sabe, revisarlo todo y tirar lo que está caducado. Hace algo de espacio apretujando las cosas, pero no se atreve a enfrentarse con los paquetes húmedos, las latas abiertas y los restos sueltos de comida, que le impiden ver el fondo. Esa noche intenta no pensar en ello, pero siente el miedo irracional hacia lo que allí puede haberse engendrado, algo con dientes gélidos, que crece detrás, en la oscuridad fría y húmeda de la nevera mientras él duerme.
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24 mayo, 2002
El teléfono
Apenas dos semanas después de casarse, unos operarios vinieron a instalarles un nuevo teléfono, al lado del que ya tenían. Nadie les llamaba por él, ni lo usaban nunca para hablar con nadie. Si hubiera sido por su marido lo hubieran quitado. No sirve de nada, decía. Pero ella, por algún motivo, nunca quiso desconectarlo. Unos años más tarde, una noche, mientras él dormía, el teléfono sonó. Ella, sin sorpresa, contestó, y escuchó voces de desconocidos que le dieron instrucciones. Colgó y se dirigió al dormitorio. Ya le había tomado algo de cariño, pero las órdenes eran las órdenes.
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23 mayo, 2002
Muñecos de palo
La galería parece infinita, con paredes y cuadros incontables. Los cuadros son todos de parecido tamaño y similar factura: pasteles ínfimos, casi miniaturas, que reproducen incesantemente diferentes facetas de un universo imaginado donde muñecos de palo deambulan entre calles torcidas, se refugian de lluvias melancólicas o juegan dibujando en la arena animales soñados. Los visitantes de la galería buscan entre los cuadros aquél que muestre su destino, y corren y se afanan sin detenerse ante ninguno, pues saben que su búsqueda sería eterna y vana. Otros detienen el paso, aguzan el oído, y escuchan las historias que los muñecos susurran.
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22 mayo, 2002
Gestión diaria
Se sienta ante el inmenso cuadro de mando, repleto de pantallas, botones y palancas. Sus ayudantes le traen informes sobre los fútiles devaneos de la humanidad, y le piden que atienda a niños que mueren y a víctimas de malvados, pero él les hace callar y centra su atención en otras cosas: ver crecer flores, cambiar las tonalidades del cielo, o jugar a tormentas y tifones. Ellos, convencidos de su estrategia, le dejan solo. A veces le sabe mal hacerles creer que tiene un plan, cuando sólo hay caprichos y gustos volubles, pero alguna ventaja había de tener ser Dios.
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21 mayo, 2002
Libertad de expresión
Era un periodista a quien, a pesar suyo, nunca prohibían sus palabras. Todos sus compañeros de profesión habían tenido artículos purgados, o libros secuestrados por orden gubernativa. Muchos escritores habían sido encarcelados, incluso ejecutados, pero a él, nada de nada. No es que no criticara al poder, pero lo hacía con excesiva sutileza, contando con una capacidad para la ironía que sus censores no poseían. Así pues, agudizó en sus artículos las invectivas y vulgarizó su lenguaje. Nada. Insultó al presidente, blasfemó y lanzó obscenidades sacrílegas. Tampoco. Finalmente, abatido, decidió dejar en blanco su columna de opinión, y fue condenado.
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20 mayo, 2002
Restaurante de moda
Empezó a correr por la ciudad la fama del restaurante, y hoy resulta imposible cenar allí sin reservar mesa semanas antes. Los críticos gastronómicos coinciden en la excelencia de sus platos, y destacan la excepcionalidad de las texturas, y el gusto fuerte y seductor, evocador de edades muy antiguas, de sus platos de carne. Cada noche el maitre se pasea por las mesas, charla con los clientes, y les cuenta que el secreto reside en la maestría del cocinero y en la cuidada elección de las materias primas. A algunos, seleccionados, les invita a que vean la cocina por dentro.
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17 mayo, 2002
Ritos
Los alrededores de la Catedral estaban abarrotados de gente, pues todo el mundo quería asistir a los sacrificios, y llevaban ya meses esperándolos. Por eso iban muy engalanados e intentaban encontrar un buen lugar desde donde poder verlo todo. Se habían instalado en la calle pantallas gigantes, para que nadie perdiera detalle de la ceremonia en el interior, donde sólo podían acceder políticos, curas, y diversas personalidades del mundo de la empresa o la cultura. El sacerdote inició las pregarias. Se hizo un silencio expectante cuando la primera pareja se acercó al altar mayor para depositar allí a su bebé.
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Palabras perdidas
Empezó a escribir su cuento diario de cien palabras. Estaba contento porque tenía una idea afortunada, que le permitiría experimentar estilísticamente. Fue desgranando palabras, sintiendo que el edificio semántico iba cogiendo forma. Cuando estaba punto de culminar el microcuento, un cuelgue del ordenador le hizo perder todo el trabajo. “Ahora es muy tarde”, se dijo. “Mañana lo reescribiré.” Pero al día siguiente el cuento se había esfumado, y no podía rememorar ninguna palabra, ninguna frase, ni siquiera el tema del que se trataba. Nada. Desde entonces, el resto de sus relatos fueron sólo el intento de reescribir aquel cuento desvanecido.
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16 mayo, 2002
Inseguridad ciudadana
Le han vuelto a robar el bolso. La viejecita ya no recuerda cuantas veces le ha pasado. En una de las ocasiones, el chaval que dio el tirón la echó al suelo y tuvieron que ponerle varios puntos en la frente. Al principio sentía miedo de salir a la calle, pero pronto decidió que no era esa la manera de enfrentar los problemas, y por eso hoy, cuando aquel chico le ha pegado el tirón, ella no se ha resistido, pues tenía atado en un dedo el hilo que soltaría el pasador de la granada que llevaba en el bolso.
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Incomprensible
Recibió de sus superiores un informe repleto de números, siglas, y tablas que relacionaban valores con símbolos. Desconcertado por no saber encontrarle ningún sentido, examinó repetidamente cada una de las páginas, e intentó asignar significados a las cifras que se amontonaban en las páginas. Su jefe se le acercó para interesarse, y él, avergonzado de su inutilidad, no se atrevió a manifestar su absoluta incomprensión, y siguió insistiendo, afanándose en su inútil examen de aquellos intrincados y jeroglíficos papeles. Finalmente renunció, y comunicó a sus jefes que él seguiría apostando a las quinielas por intuición, sin usar aquel método estadístico.
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15 mayo, 2002
Peligros de la ciudad (5)
Ella sube al autobús y sabe que hubiera debido coger un taxi, de noche a esas horas. Pero lleva mucho rato esperando en la parada y ahora sólo quiere sentarse y descansar y llegar a casa. Aunque es muy tarde, hay más gente en el autobús: un señor de oscuro, y el conductor, y una pareja en el fondo que se abraza y se besa. Ella se sienta aparte, cabecea de sueño, y cierra los ojos sin saber que el señor de oscuro la observa, y la pareja, y el conductor, y que están esperando a que esté bien dormida.
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14 mayo, 2002
Ingeniería financiera
Dicen que hubo un hombre que hizo una gran fortuna. Le aconsejaron recurrir a la ingeniería financiera, así que puso su dinero en paraísos offshore, a través de sociedades interpuestas y mediante seguros de prima única, débitos de interés diferido y ponderables de alto valor a nombre de terceros. Lo transfirió todo a una cuenta numerada que, a su vez, vinculaba los valores con los índices promediados de los fondos opacos. Cuando necesitó dinero, intentó recordar cómo era todo, pero se hizo un lío. Aún sigue la fortuna perdida en el laberinto financiero, y cómo me lo contaron lo cuento.
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13 mayo, 2002
Ahí detrás
Ella descubrió la grieta tras unos estantes, un día que andaba cambiando muebles de sitio. Era un agujero muy estrecho y no muy largo. Acercó un ojo para mirar y no vio nada, pero sintió un frío negro, y tuvo la certeza de que, ahí detrás, había algo. Intentó acostumbrar la mirada a la oscuridad, deseando que las tinieblas se hicieran penumbras, y las penumbras mostraran formas, pero no fue así. Inquieta, puso de nuevo la estantería en su sitio, y esa noche soñó que aún no dormía sola, que aún no había tenido que olvidar quien estaba ahí detrás.
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09 mayo, 2002
Rodeado
Sé que me están envenenando lentamente, que interfieren mis teléfonos para conocer mis pensamientos, que han preparado mi almohada para que transmita mis sueños nocturnos a sus oficinas centrales, donde funcionarios mal pagados analizarán y clasificarán mis miedos y obsesiones. Sé que mis amigos están también a sueldo de mis perseguidores, y que mi mujer pasa informes de mi comportamiento y mis enfados. Yo, por mi parte, intento despistarles haciéndoles creer que soy otra persona, a la que nadie vigila ni intimida, alguien que habla por teléfono sin miedo, y besa a sus hijos sin temor a que oculten micrófonos.
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Nuevos vecinos
Se instalaron en el segundo tercera. No sé cuántos eran, pues todos se parecían. Iban siempre con traje gris, y saludaban sin sonreír. Pasaron por los pisos, y pidieron a los hombres fotos de cuando eran niños, y a las mujeres un mechón de cabello. Luego enviaron a las casas aquellos folletos sobre los modos correctos de actuar y las cosas que no debíamos volver a hacer. Nos pidieron las llaves de los pisos, y muchos vecinos se las dieron, pues nada tenían que ocultar. Yo no quise dárselas, y por eso ahora llaman a mi puerta, y temo abrir.
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08 mayo, 2002
Omnipotencia
Aquel hombre era omnipotente, pero poco ambicioso, así que en la práctica no se le notaba. Los pocos amigos que conocían su peculiaridad, se esforzaban en convencerle para que usara su don de algún modo, si no para conseguir la paz en el mundo, si al menos para liberarles a ellos del pesado yugo del trabajo. El les escuchaba, y asentía, pero siempre acababa quedando todo en buenas intenciones y nulas concreciones, así que poco a poco perdió las amistades. Jubilado ya, pasa la mayor parte del tiempo en casa, construyendo universos y galaxias repletas de vida dentro de botellas.
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06 mayo, 2002
Reunión de vecinos
Hoy hubo reunión de escalera, bastante movidita. Los de la tienda que da al portal han puesto un negocio de parapsicología y ciencias ocultas, y algunos vecinos protestaban de que a veces, desde sus pisos, notan males vibraciones. La abuela del tercero, que cultiva marihuana, se quejó de que la pareja joven del cuarto no corta sus machos a tiempo y le estropean su sinsemilla. Ha salido también, como siempre, el tema del ascensor y la familia que vive allí. Y se ha hablado y discutido sobre los vicios inquietantes de los del ático. Suerte que ya no soy presidente.
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La huida
La ciudad arde y no hay salidas. El enemigo rodea la colina donde reluce el mármol entre el humo y las llamas. Los dioses abandonaron ya el lugar por la mañana, temerosos de aquel dios extranjero, único y airado. Huyeron entre el terror de las madres por sus hijos y la desesperación valiente de los hombres. Ahora no quedan rayos ni mágicas tormentas que defiendan las calles y las plazas. No quedan más que humanos, conscientes de su vulgar mortalidad, resistiendo en la última puerta de la última muralla, espada contra espada, aun rezando por costumbre a sus dioses cobardes.
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03 mayo, 2002
Calles
En mi ciudad hay calles que de noche son nuestras. Calles pequeñas y antiguas, calles olvidadas en los mapas de calles. Calles donde encontrarnos cuando el cielo enrojece. Calles largas y estrechas, con bares oscuros donde se cantan canciones que nadie más recuerda, donde se bebe y se ama como nunca se hace en otras calles. Calles donde corremos y jugamos, calles que llenamos con danzas y con risas. Calles que hemos de abandonar cuando la luz regresa, cuando vuelven los dueños de las calles y vuelve para nosotros el sueño, y el dormir, y el miedo a las estacas.
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