Parking subterraneo
No recordaba el lugar del parking donde dejó el coche. ¿Cuánto tiempo llevaba ya buscándolo? No podía saberlo, su reloj había dejado de funcionar. Cargado con dos bolsas, andaba apresurado entre filas interminables de vehículos, perdido entre códigos de letras y colores inútiles para él, siguiendo indicaciones que le volvían sobre sus pasos. Le inquietaba no oir nada, ni el sónido de un coche, ni unos pasos. Perdido, se conformaba ya con encontrar una salida. Tiró las bolsas, corrió durante horas por el aparcamiento infínito. Forzó un coche, mas no supo arrancarlo, ni parar su alarma, que retronó para siempre.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
27 diciembre, 2001
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1 comentario:
Muy kafkiano.
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