Oficio peligroso
Las primeras protestas nocturnas fueron pacíficas. Los vecinos, cuando llegaba el camión de la basura y su desconsiderado estruendo chirriante empezaba a oirse, coreaban consignas respecto el derecho al sueño. Pronto pasó que vecinos a quienes la limpieza pública había vuelto insomnes, arrojaban desde los balcones objetos pesados e hirientes, intentando detener inútilmente el avance del ensordecedor vehículo. La violencia devino norma, y ser basurero se convirtió en una profesión de riesgo. Por eso los camiones de la basura son hoy blindados, llevan orugas en vez de ruedas, y están equipados con cañones y ametralladoras: porque queremos la ciudad limpia.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
18 diciembre, 2001
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario