Como en otra ciudad
Los vehículos empezaron a llegar a media tarde. Sus altavoces, con músicas infantiles, atraían a los niños, que danzaban alrededor ajenos a lo que sucedería. Cuando empezaron a subirles a los camiones, la gente que lo miraba entendió que era un juego, y hasta aplaudieron y vitorearon. Cuando uno de ellos arrancaba, una procesión improvisada de adultos y otros niños les seguía corriendo, cantando y haciendo sonar cacerolas. Luego, lentamente, los camiones se fueron marchando, sus canciones dejaron de sonar. Sólo entonces se comprendió algo tan sencillo como que los niños se habían ido, y que la ciudad había muerto.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
04 diciembre, 2001
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