Destino
Seguí el rastro de la mujer vieja. Me adentré por rincones donde niños borrachos de olvido jugaban a morir. La vi entrar en la última puerta de la ultima casa. Gris, gastada, triste. Pintada de años vacíos. Pintada de adiós.
No entré. Me senté en un portal al otro lado de la calle. Al matarla, de algún modo, yo también moriría. Pero cuando tras muchas horas la puerta se abrió, fui tras ella de nuevo. Llegué a estar a un palmo de su espalda. Habíamos dejado la ciudad. Se giró y me miro con ojos muy cansados.
- ¿Ya? - preguntó.
- Si.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
22 noviembre, 2001
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