Cosas que ya no están
Siempre me desaparecían las cosas. Mi mujer, o mis compañeros, se reían de mí y lo atribuían a que soy un despistado, pero la cosa cada vez va a más. Al principio eran los bolígrafos, o las llaves, o papeles. También los libros dejaban de estar en los sitios donde debían. Pronto me empezó a pasar con el coche, siempre aparcado en un lugar distinto al que lo había dejado. Ahora también mi mujer ha desaparecido, en casa no están sus cosas, y al salir a la calle para buscarla, no había aceras, ni coches, ni asfalto, todo, todo desaparecido.
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