Trámites
Estuvo llamando toda la mañana, pero en los juzgados le aseguraban que nadie sabía nada de su caso, así que se fue hacia allí en persona, indignado por un trámite judicial que le habían comunicado, que no entendía, y que nadie parecía poder explicarle. Cuando mostró el papel en recepción, la señorita hizo que un par de guardias se lo llevaran. Con buenas palabras y sin dejar de sonreír, le cachearon, desnudaron y desinsectaron. Sus intentos de resistirse fueron inútiles: eran amables, pero grandes y fuertes. Ahora, solo en la celda, comprende amargamente que hubiera sido mejor tramitarlo por Internet.
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