Bajar al sótano
El jefe me hace bajar a veces al sótano a por papel de fotocopias. Se que no hay nada allí, que las fantasías de presencias oscuras y viscosas tienen poco que ver con la realidad y mucho con las películas de miedo que debiera evitar. Pero eso no quita que cuando alargo la mano hacia el interruptor para bajar las escaleras, tema sentir unos dedos muertos agarrando mi muñeca y tirando de mí hasta su oscuridad. Por eso hace días que vengo a trabajar con el cuchillo, por si el jefe me pide que baje, que no lo pida más.
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