Ficciones en la oficina
En la oficina todo seguía igual, la misma actividad, el mismo inmovilismo. Era tanto el hastío, tanto el aburrimiento, que dedicó la mañana a inventar historias ficticias. Imaginó a sus compañeros y a su jefe en situaciones comprometidas, enfrentados a realidades que les superaban. En una de sus ficciones convirtió los montones de papeles aburridos en tesoros que ocultaban conocimientos arcanos. No eran facturas, ni hojas de control, sino pergaminos que atesoraban ciencias ya desconocidas. El interfono le despertó de sus ficciones. El jefe le pedía una tabla con presupuestos y previsiones. Dudó entre llevársela o retarle a un duelo.
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