Ciudad furiosa
A veces, incluso las ciudades más pacíficas enfurecen de golpe. No depende de sus habitantes, de su cultura o sus políticas, sino de alguna energía antigua y malvada que se adueña de sus calles, de las piedras de sus casas, de los lugares oscuros. Cuando nuestra ciudad se encolerizó, las alcantarillas se inundaron, y las murallas mostraron grietas mortales. Muchos hombres enloquecieron, y usaron los cuchillos con sus mujeres e hijos. Los que quisieron marcharse murieron aplastados y rotos, atrapados en fuego o lodo. Durante la furia, incluso se marchitaron las flores del jardín donde tú y yo nos conocimos.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
18 junio, 2002
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