Vidas no vividas
A veces, cuando el anciano escribe, su corazón duele por no ser él el pirata que defiende a los pobres, por no ser él el bárbaro perdido en un paraje helado, acechando la joya errante que lo sacará del infortunio. Y aunque sabe que en cada espada que hubiera empuñado, en cada tesoro que hubiera descubierto, estaría también la ausencia de otras experiencias, siente que es un engaño querer vivirlas todas a través del papel, y, cuando acaba el cuento, mira por la ventana abierta, y suspira por la hermosa princesa a la que jamás defenderá de los malvados orcos.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
26 junio, 2002
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