Tarde de cine
Ha entrado en el cine porque la tarde es larga estando solo, y en la ciudad llueve, y quiere estar un rato con zombis y heroínas. Hay poca gente en la sala, todos naufragos del frío y la humedad del exterior. Alguien se ha sentado tras él, justo detrás, y le pone nervioso su respiración ruidosa. Tampoco le gusta que los acomodadores no dejen de mirarlo, ni que susurren. Sabe que sería absurdo irse, caer en el terror de la sugestión. Nadie le clavará nada en la nuca, y los acomodadores que encadenan las puertas lo hacen sólo por precaución.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
30 junio, 2002
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