Vejez
Desde que murió su marido, dedica el tiempo a cuidar la casa y los perros. En el vecindario la miran mal, se apartan incluso de la acera por donde anda, pero ella levanta la cabeza con dignidad, y es tal vez ese desprecio de las personas lo que la hace dedicarse a los animales. Le encantan los perros, le gusta cuidarlos y tenerlos limpios. Por eso en el barrio, cada noche, se lleva a casa alguno de los perros de sus vecinos, a limpiarlo, a bañarlo, aunque a veces se resistan y tenga que hacer que ya no ladren más.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
09 julio, 2002
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