Otro loco
Siempre contaba que una vez le habían abierto la cabeza para curarlo, y que tras mucho revolver allí dentro le habían dejado por imposible. Entonces se apartaba el pelo blanco y mostraba la cicatriz que le cruzaba todo el cráneo. Para impresionar, pedía a las mujeres que le tocaran la cicatriz con los dedos, que notaran su pulso, que sintieran el latir de su locura. Pocas se atrevían, pero cuando una lo hacía, él cerraba los ojos y le explotaban estrellas en el cerebro, y las voces le contaban secretos y miedos que, por bondad, nunca repetía en voz alta.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
09 julio, 2002
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