Tarde de cine
Ha entrado en el cine porque la tarde es larga estando solo, y en la ciudad llueve, y quiere estar un rato con zombis y heroínas. Hay poca gente en la sala, todos naufragos del frío y la humedad del exterior. Alguien se ha sentado tras él, justo detrás, y le pone nervioso su respiración ruidosa. Tampoco le gusta que los acomodadores no dejen de mirarlo, ni que susurren. Sabe que sería absurdo irse, caer en el terror de la sugestión. Nadie le clavará nada en la nuca, y los acomodadores que encadenan las puertas lo hacen sólo por precaución.
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
30 junio, 2002
28 junio, 2002
Cine de barrio
Cuando íbamos de pequeños al cine del barrio, a ver sesión doble, nos sentábamos en la fila de atrás de la que quedaba debajo del anfiteatro. Para que no nos molestaran la visión, cuando alguien quería sentarse delante le advertíamos, señalando arriba con complicidad, que unos gamberros estaban tirando chicles y escupiendo. La gente nos lo agradecía y se iban a otro sitio. Un día llegaron unos chavales mayores, se rieron de nosotros, y se sentaron delante nuestro, tapándonos la pantalla y riendo y gritando. Para nosotros tuvo algo de justicia poética que una niña les vomitara encima desde arriba.
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26 junio, 2002
Vidas no vividas
A veces, cuando el anciano escribe, su corazón duele por no ser él el pirata que defiende a los pobres, por no ser él el bárbaro perdido en un paraje helado, acechando la joya errante que lo sacará del infortunio. Y aunque sabe que en cada espada que hubiera empuñado, en cada tesoro que hubiera descubierto, estaría también la ausencia de otras experiencias, siente que es un engaño querer vivirlas todas a través del papel, y, cuando acaba el cuento, mira por la ventana abierta, y suspira por la hermosa princesa a la que jamás defenderá de los malvados orcos.
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25 junio, 2002
Promoción laboral
Hoy me han comunicado que he sido nombrado Director de Laberintos Administrativos. El cargo llevaba vacante desde hacía años, cuando murió el anterior responsable en un desgraciado accidente con grapas y unos legajos. El Jefe de Recursos Humanos me contó que el trabajo de mi antecesor había sido tan bueno, que reemplazarle constituyó un auténtico enredo de papeles, informes, validaciones, duplicados y firmas digitales. Me será dificil estar a la altura, pero como primera medida he mandado dividir el Departamento de Peticiones Inauditas en dos subnegociados adscritos al Consejo de Supervisión de Obviedades. Me encanta ser útil a la empresa.
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24 junio, 2002
Secretos oscuros
Sé que el tendero de la esquina engaña a su mujer, y haré que ella lo sepa. Sé de una joven que sueña avergonzada que la tocan, y sueña que le gusta, y me gusta saberlo. Sé de golpes e insultos en casas donde todos creen que reina la armonía. Sé de un engaño antiguo y muy terrible que aún impide dormir a la mujer del bar, y sé que su marido, por dos veces, ha estafado dinero a su mejor amigo. Todo esto lo sé, porque me lo han contado ellos mismos, confiando ingenuamente en el secreto de confesión.
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23 junio, 2002
Loco
Es el loco del barrio, y no le hacemos caso, todos tan ocupados en nuestras prisas. Siempre persigue mariposas que sólo él ve, y las explica, con sus colores y formas de ojos y antifaces. Los domingos regala claveles de papel y cartón a las chicas que pasean por la calle, y cuenta a quien quiere oírle que él trajo el agua a la ciudad hundiendo una rosa roja en el lomo de una ballena. Los niños pequeños le tienen miedo, y se esconden tras sus madres. Sólo alguna abuela, que le conoció de niño, le dedica una sonrisa amable.
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20 junio, 2002
Crimen perfecto
Desde que leí, de pequeño, a Agatha Christie, estuve obsesionado con la idea de planear un crimen perfecto. Mis primeros intentos fueron infructuosos: no conseguía matar a nadie y, además, me pillaban igual. Dediqué entonces mucho tiempo, y muchas lecturas de Erle Stanley Gardner y Rex Stout, a mejorar mis planes, e incluso diseñé estrategias inéditas y nuevos métodos de matar. Cuando me creí finalmente preparado, puse en marcha el mejor de mis planes, y no hubiera fallado de no haber sido por aquel cable pelado y la mala disposición de unas lentes. Pero la próxima vez será la definitiva.
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19 junio, 2002
Tras la puerta
Cierra la puerta y, con el golpe, su memoria olvida lo que hay al otro lado. Se asusta. Acaba de salir, debe recordarlo. Mira a su alrededor. Aquello es el pasillo de su casa. Por un lado se llega al salón, por el otro, a las habitaciones de los niños, y tras la puerta... nada, el vacio mental. Se trata, seguro, de algo que quiere olvidar, algo oscuro y horrible que su inconsciente rechaza. Recuerda entonces la discusión con su mujer, esa tarde, y todo cristaliza en su cabeza: debe ordenar aquel desastre de despacho que hay tras la puerta.
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18 junio, 2002
Ciudad furiosa
A veces, incluso las ciudades más pacíficas enfurecen de golpe. No depende de sus habitantes, de su cultura o sus políticas, sino de alguna energía antigua y malvada que se adueña de sus calles, de las piedras de sus casas, de los lugares oscuros. Cuando nuestra ciudad se encolerizó, las alcantarillas se inundaron, y las murallas mostraron grietas mortales. Muchos hombres enloquecieron, y usaron los cuchillos con sus mujeres e hijos. Los que quisieron marcharse murieron aplastados y rotos, atrapados en fuego o lodo. Durante la furia, incluso se marchitaron las flores del jardín donde tú y yo nos conocimos.
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17 junio, 2002
A peor
Desde el último cambio siente que algo no funciona igual, que su memoria incompleta tiene un eco lejano, que las palabras y las frases reverbaran en su cabeza y explotan en significados que no es capaz de concretar. El presente le aturde, y el tiempo mismo empieza a dejar de tener significado, apenas un zumbido, una lejana sensación de devenir. Casi no recuerda las poesías leídas, las partidas de ajedrez jugadas. Las formas se confunden, y una nube de datos inconexos le inunda. Antes de la inconsciencia, tiene tiempo de desear que su programador decida volver a la versión anterior.
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15 junio, 2002
Paseos nocturnos
Me despierto sobresaltado, abro los ojos y me veo saliendo de la habitación, me levanto, y me sigo, y entonces abro los ojos y me veo saliendo de la habitación, así que me levanto, y me sigo, y pronto mi casa se llena de mis presencias, cada habitación, cada pasillo, deambulando allí, mientras vuelvo a despertar, y me añado de nuevo a esa ronda nocturna de avatares superpuestos, de identidades que se escinden y se multiplican, hasta que, uno a uno, voy volviendo a la cama, harto de los inútiles paseos, durmiendo otra vez, hasta oírme salir nuevamente del dormitorio.
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14 junio, 2002
Acoso
No paraba de venir gente a casa para convertirme a su religión: El par de viejecitas afables; los jovencitos clonados con corbata; los que van de naranja y se afeitan las testas; e incluso aquellos que tocan tambores y decapitan gallinas. No me los podía quitar de encima: les declaraba mi ateísmo, les preguntaba por su posición doctrinal respecto a prácticas sexuales bizarras, o les dedicaba imprecaciones. Ni caso. Así que me he juntado con un amigo a quien también acosan, y ahora pasamos por sus casas, a altas horas de la noche, a convencerles de que Dios no existe.
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12 junio, 2002
Saberse querido
El emperador exigió a sus consejeros conocer todo lo que su pueblo escribía sobre él. Quiso que cada carta de sus ciudadanos fuera copiada, para poder leerlas cuando quisiera, y ordenó construir un inmenso almacén, de granito y mármol, donde clasificar cada misiva según el autor o el destinatario. Creó un cuerpo de inspectores imperiales, entrenados en técnicas de lectura rápida, que buscaban párrafos donde pudiera intuirse menosprecio o desdén hacia el imperio o su gobierno. El emperador descubrió satisfecho que, tras las primeras condenas a muerte, la opinión que los ciudadanos tenían de él en las cartas, mejoró espectacularmente.
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11 junio, 2002
El ascensor
Cuando volvía a casa, cargada con bolsas del supermercado, el ascensor se paró, y ella quedó atrapada entre dos pisos. Pulsó el botón de alarma, pero no sonó nada. Estará conectado con la central, se dijo sin convicción. Golpeó la puerta para hacer ruido, y oyó susurros ahí fuera. Les gritó que estaba encerrada, que trajeran a alguien para abrir la puerta. Nadie contestó, pero continuaron los cuchicheos, y las risas, e incluso parecía que se hubiera unido más gente. Dejó de chillar cuando oyó, entre las carcajadas y bromas de los vecinos, lo que estaban planeando hacer con ella.
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10 junio, 2002
Tarot
Cuando vengáis a preguntar por vuestras cuitas, cuando lloréis ante mí por un amor perdido o una promesa rota, cuando queráis creer que hay un mañana escrito y un destino fijado al que hacerle trampas; os mostraré al loco, y al colgado, y la torre a la que el rayo tumba. Os leeré las antiguas historias que los símbolos cuentan, y daré nombres a las cosas, y os las haré mirar. Veréis vuestro viaje entre normas y deseos, entre sueño y materia, y sentiréis tal vez que la luna refleja vuestra quimera, que los lobos que aúllan quieren ser libres.
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Mi trabajo
El mío es un trabajo desagradable, y difícil. Muchos creen que consiste sólo en decidir quien va a venir conmigo, y poner los medios para ello: un ataque al corazón, un terremoto, un rayo, un borracho furioso con navaja, o esa costumbre de tocar los interruptores con los pies mojados. Pero mi trabajo no acaba aquí, debo llevarles a su lugar. Y es entonces cuando unos y otros quieren reclamar sus almas lo antes posible, por los medios que sea. Después de matarles, debo proteger sus frágiles envolturas de ángeles y demonios, y encargarme de que tengan un juicio justo.
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08 junio, 2002
Visita médica
No recuerda quien le recomendó este doctor, pero ahora, en la sala de espera, siente que no debía haber venido. El papel pintado está manchado de humedad, y le molesta el fuerte olor a desinfectante. Cuando ya está por irse, el doctor aparece en la puerta, con su bata casi blanca, y le hace pasar. Mientras explica su problema, intenta no mirar los frascos con formol que hay en los estantes, con esas cosas dentro. El doctor, sin hablar, saca de un cajón el instrumental y le hace tenderse. Cierre los ojos, y respire fuerte, le dice, no le dolerá.
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07 junio, 2002
Compañeros de colegio
Encontré a Isabel, guapísima, en unos grandes almacenes. No la veía desde hacía más de veinte años, cuando íbamos al mismo colegio. Entonces todos nos burlábamos de ella por sus dientes torcidos y sus gruesas gafas, pero se había convertido ahora en una mujer atractiva. Me recordó, y estuvimos hablando, y riendo, y la invité a cenar comida francesa, y a bailar. Luego fuimos a su casa y sirvió buen vino, y en el sopor dulce de mi embriaguez intenté besarla, pero, torpemente, caí al suelo. Supe por su sonrisa que estaba viéndome morir, que ella nunca perdonó las burlas.
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05 junio, 2002
Aficiones
Desde muy pequeño me interesó todo lo oculto y lo paranormal. Empecé con las cartas astrales, luego el tarot y en cuanto pude me hice rosacruz. Como soy muy inquieto, lo complementaba perteneciendo a una logia masónica del barrio y saliendo los fines de semana a avistar ovnis con un grupo de amigos que, como yo, han sido abducidos varias veces. Pero mis compañeros masones, igual que los rosacruces, no gustaban de mi doble militancia, así que unos y otros me han echado a cajas destempladas. Ahora no se si hacerme episcopaliano o budista. A ver qué dicen las cartas.
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04 junio, 2002
Documentando tareas
Nos obligaron a explicar qué hacíamos y cómo, y a dejarlo documentado para que nos pudieran sustituir si era preciso. Debíamos poner por escrito los pasos a seguir si nuestro amor de toda la vida nos dejaba, o si un desconocido nos paraba en la calle para vendernos drogas. Dejábamos protocolos preparados para que cualquiera pudiera cantar nuestras canciones o explicar nuestros chistes. Cuando alguien enfermaba o se mudaba a otra ciudad, se contrataba a alguien de fuera para suplirle y, siguiendo la documentación, educaba a sus hijos como el original, y hacía, como él, el amor con su mujer.
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03 junio, 2002
Ciudad revisitada
Vuelvo a la ciudad donde te hallé, camino bajo la lluvia hasta encontrar la plaza, la calle pequeña, las luces del bar donde nos embriagábamos. Ando calles torcidas, cruzo puentes, canales, y allí sigue la pareja que toca la guitarra y cantan las mismas canciones que tu y yo cantábamos, cuando el mundo era joven y el futuro tan grande. Cruzo jardines vacíos, la lluvia como la lluvia de aquel día, el banco de piedra donde reíamos antaño del viento y del paraguas muerto. Con prisa ando a tu encuentro, feliz de volver contigo a la ciudad donde te hallé.
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