Calle partida
Mi ciudad tiene una única calle, larga, peatonal, con tiendas a ambos lados. Me gustaba pasear por ella, errante, cambiando mi bar habitual por el de enfrente si el vino que vendían era allí más bueno, o más barato. Un día pusieron una verja en la calle, partiéndola por su eje. Al entrar debías elegir acera, y discurrir por ella hasta el final. Ahora los de cada lado insultan a los del otro a través de las rejas, o se burlan de ellos, y no se dan cuenta de que la verja que nos encarcela a todos es la misma.
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