Día de lluvia, día de muerte
Mal día para los paraguas. El viento y una lluvia densa y espesa llenan las calles de cientos de paraguas muertos, cadáveres de alambre deshilachado y piel suelta. Avanzo por la calle y oigo los lamentos de mi paraguas antes de desfallecer y retorcerse y abrirse en una caricatura ridícula y grotesca. Luchando vanamente contra los elementos y el destino cruel, contemplo impotente su final. Intento reanimarlo, devolverle su anterior forma y función, pero acabo envolviéndolo con respeto en su propia tela, y sigo andando con dignidad bajo una lluvia cruel a la que no le importa una muerte más.
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