Sospechas fundadas
Empecé a sospechar de mi marido por su extraño comportamiento nocturno. Me fije entonces en los espejos, cuando él pasaba por delante. Pero hay verdades que son duras de admitir para una esposa enamorada, así que quise asegurarme. Esa noche preparé su cena con una cantidad ínfima de ajo, la suficiente para, sin dañarle, poder descubrir la verdad. Mi marido empezó a comer, y observé atenta y esperanzada. Nada. Ninguna reacción. Así pues, mis sospechas eran ciertas, me había engañado. Por eso tiene tanto sueño por la noche, y se refleja en los espejos: ¡mi marido no es un vampiro!
Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
22 febrero, 2002
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