Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
Mi hija me pidió un cuento sobre ella, y, para inspirarme, decidí echar un vistazo a hurtadillas a su diario personal. Un día que ella había salido, entré en su habitación, y empezaron a sonar las alarmas. Estaba preparado para eso: desconectando un par de cables, las hice callar. Pero no contaba con el gas, ni con la trampa que golpeó mis tobillos. Tapándome la boca, alargué la mano hacia el cajón, pero algo me cayó encima. Salí huyendo, sin el diario y sin saber cómo se lo explicaría a Alba. Pero al menos ya tenía tema para un cuento.
Al principio se hacían simulacros de incendios, o de evacuaciones. Pero luego fue obligatorio que las parejas realizaran anualmente un simulacro de divorcio, hicieran las maletas y se fueran a vivir a otro sitio, y se pelearan por los niños. Los solteros debían hacer simulacros de matrimonio, sin pasarse. Y, en los colegios, los alumnos hacían en ocasiones simulacros de estar interesados por lo que les contaban sus profesores, que a su vez simulaban interesarse por ellos, y respetarles. Y al final, claro, nadie podía distinguir entre lo real y lo simulado, pues era muy difícil hacer cuadrar los calendarios.