Errores de conteo
Esta mañana tuve un problema en la oficina. Los ordenadores indicaron que la ciudad había perdido más de seiscientas hectáreas desde la última estadística. Descartados los errores informáticos, pues el sistema era muy caro y por tanto infalible, se asumió como bueno el último dato y se imprimieron las cifras bien encolumnadas para que las firmara el alcalde. Por la tarde, salí de la oficina sin dar mayor importancia a la cuestión, seguro de que, una vez firmadas, esas serían ya las mediciones correctas. Tristemente descubrí cuanta razón tenía, al llegar donde antes estaba mi casa, y ahora ya no.