Un dios malhumorado
Cuando los técnicos terminaron de construir el nuevo Dios, vieron que algo había fallado: lo querían vital y alegre, lleno de colores y melodías, pero les salió gris y gruñon, un metomentodo falto de sentido del humor que se tomaba las cosas a la tremenda. A la que le hacían alguna bromita, o le hacían caricaturas, o le contradecían, se ponia furioso y usaba su omnipotencia sin contemplaciones.
Pero a muchos fieles les gustó así, y se volvieron también malhumorados y metomentodos, y pobre del que se acercara a tirar a su Dios de las barbas, aunque fuera de broma.