Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
27 septiembre, 2005
26 septiembre, 2005
Los Enamorados (VI)
- Jordi Cebrián 5 comentarios
22 septiembre, 2005
La Emperatriz (III)
- Jordi Cebrián 3 comentarios
21 septiembre, 2005
La Muerte (XIII)
- Jordi Cebrián 5 comentarios
16 septiembre, 2005
La Luna (XVIII)
- Jordi Cebrián 6 comentarios
01 julio, 2005
La Rueda de la fortuna (X)
- Jordi Cebrián 12 comentarios
23 abril, 2005
El Carro (VII)
- Jordi Cebrián 24 comentarios
22 abril, 2005
El Ermitaño (IX)
- Jordi Cebrián 5 comentarios
21 abril, 2005
El Sumo Pontífice (V)
- Jordi Cebrián 6 comentarios
20 abril, 2005
La Justicia (XI)
- Jordi Cebrián 9 comentarios
19 abril, 2005
El Diablo (XV)
- Jordi Cebrián 2 comentarios
La Sacerdotisa (II)
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El Emperador (IV)
- Jordi Cebrián 2 comentarios
18 abril, 2005
El Mago (I)
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El Loco (0)
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07 abril, 2005
Homenaje, en estos días, a una buena persona
Homenaje, en estos días, a una buena persona
Murió, ante todo, una buena persona. No fue fácil su infancia, tras una guerra, teniendo que pasar hambre, pero él se preocupó siempre de los suyos, trabajó por ellos, estuvo siempre a su lado. Tuvo que cambiar de país sin dejar de ser humilde, pero el mundo a veces es injusto y él tuvo que abandonar a los suyos de nuevo, ahora para siempre, hasta más allá del horizonte, viajando en patera hacia un lugar desconocido donde trabajar para hacer dinero y volver a casa. Pero esa noche la patera volcó, y no ha habido colas para ver su cadáver.
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15 marzo, 2005
Historia difuminada
Te despiertas y sientes el tatuaje, aun quema, la piel se resiste al número, y entonces sientes también que te han robado el nombre, y el rostro que ves reflejado en el agua sucia es el tuyo pero es también centenares de rostros, igual que tu número es tantos números, igual que tu muerte será sólo otra muerte. Muchos como tú vagan difuminados, con las mismas caras y los mismos gestos, sólo las cifras para diferenciar y catalogar. No hay palabras, no hay sonidos, no hay recuerdos; y sales fuera y alrededor sólo hay niebla y alambres y más niebla.
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13 marzo, 2005
Duendes, o algo así
Está en todas las tradiciones de todas las culturas: seres diminutos que aparecen de noche en los hogares y esconden las cosas para que los propietarios no puedan encontrarlas al despertar. En mi casa es también así, como en todas las casas, pero en la mía son más trabajadores. Suelo acostarme tarde y levantarme pronto, así que les queda poco tiempo, pero lo aprovechan bien: llaves, libros, papeles, cuentos maravillosos que escribo por la noche y que no vuelvo a ver ni a recordar por mucho que me esfuerce, y debo conformarme con escribir de día tristes sucedáneos como éste.
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10 marzo, 2005
Cuentos incorrectos
El escritor compuso un cuento breve sobre un ciego que vivía en los túneles oscuros del metro. La Asociación de Ciegos se quejó por la imagen negativa hacia los invidentes, como si sólo pudieran arrastrarse entre sombras. El escritor retiró el cuento, y escribió otro sobre una mujer que convivía con monstruos en secreto, pero una organización feminista le amenazó con emprender acciones legales si se publicaba, porque dejaba mal a las mujeres mientras que los monstruos quedaban simpáticos. Harto de complicaciones, escribió sobre una gota de lluvia, tema aparentemente inocuo, pero no tardaron en llamar los meteorólogos, muy enfadados.
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08 marzo, 2005
Jardín zen
Quise convertir una habitación de casa en un jardín zen, ya sabéis, arena, algunas rocas y un rastrillo para arar formas mientras meditas. Yo opinaba que quedaría muy bonito y que relajaría mucho entrar allí, con olor a incienso, esas cosas. Mi mujer, sin embargo, consideraba que haría un montón de polvo, y que pronto tendríamos el pasillo lleno de arena, y que se nos iría metiendo por los zapatos, y que, además, aquello sería un perfecto nicho ecológico para todo tipo de bichos. Y es que es lo que tiene el zen, que no se puede practicar en casa.
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22 febrero, 2005
Condiciones de compra
Compramos el piso aun sabiendo lo de la habitación, y las condiciones, pero es que son tan caros, recien nos hemos casado y ella no trabaja, y con el niño no lo hará de momento, así que dijimos, ¿por qué no?, sólo es una habitación a la que no podemos entrar, y sólo hay que dejar alimento cada noche, a veces cuesta encontrar, y llego tarde mientras ella espera, temerosa y preocupada, y hay que ir con cuidado, eso si, procurar ser metódico, no hacerle pasar hambre ni dejar la puerta abierta, pues no entiende de propiedades ni de hipotecas.
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03 febrero, 2005
Última noche
Nos sentamos fuera de la ciudad, junto a sus murallas, y el tenue fuego de la moribunda hoguera nos proporcionaba la mínima luz en aquella noche sin luna ni estrellas. Éramos desterrados, expulsados de la ciudad por traiciones supuestas y aunque pudiéramos huir, y guarecernos, nadie cometería tal deshonor. No hablábamos, no era ya momento de palabras, solo podíamos aceptar callados y dignos el destino que nos esperaba cuando el sol saliera, mientras los habitantes de la ciudad durmieran a salvo de la luz, y nosotros, antes inmortales, viendo por primera vez morir la noche, sentenciados a un horrible final.
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17 enero, 2005
La venganza de la naturaleza
Tiré un tabique en casa para juntar dos habitaciones y tener un salón más grande. El edificio, para vengarse de las agresiones a que lo sometía, comenzó a crujir por las noches, como si quisiera amenazarnos con hundirse sobre nosotros en pleno sueño. Restituí el tabique, y todo volvió a la normalidad hasta que cambié las baldosas del baño. Entonces, para defenderse, el edificio empezó a soltar agua sucia por los grifos, así que restituí la antigua cerámica. Ahora es suficiente con que piense en mover un mueble de sitio, para que el suelo empiece a vibrar, pidiéndome un respeto.
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07 enero, 2005
Autoayuda
Tengo una amiga que ha caído víctima de los libros de autoayuda. Empezó como un pasatiempo inocente, pero pronto empezó a criticar a todos por no sé qué zonas erróneas que tenían. Luego se volvió asertiva, tanto que daba miedo, y así fue perdiendo amistades. La fui a ver ayer, y estaba haciendo taichí, creo, en una posición muy rara, y me dijo que había aprendido a respirar, que hasta ahora no sabía. Como se ha vuelto autosuficiente y segura de si misma, tanto le da todo, sin miedo alguno a decir que no, pero sin nadie a quien decírselo.
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05 enero, 2005
Viaje nocturno
Esta noche regresaba sólo, en coche por una carretera de montaña tras algunos negocios que me llevaron lejos. De pronto presentí que a ambos lados de la carretera, tras los matojos y los árboles, ojos amarillos me observaban, así que aceleré, pero sus miradas seguían, escondidas y fijas en mi, y aceleré más, y un derrape absurdo me hizo volcar junto a la carretera. No me he hecho daño, creo, pero el miedo también duele, y sigo acurrucado dentro, con los ojos cerrados para no ver los suyos, muchos, amarillos, tras los cristales, y rezo por que no sepan abrir.
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04 enero, 2005
Buenos propositos para el año nuevo
Para este año que empieza me he hecho varias propósitos:
No dejaré que la pereza de escribir pueda conmigo, excepto si estoy cansado o no me apetece.
No me acercaré al agua si veo venir olas gigantes.
No pediré más entrevistas con Dios, pues ya veis a que cosas dedica su tiempo libre.
No dejaré tanto tiempo esta página desatendida, pues estais aquí.
No dejaré que me atrapen los vampiros, y los monstruos, y esas cosas oscuras y dentadas que viven bajo la cama y en los armarios.
No me descontaré en las palabras, y procuraré que siempre sumen cien.
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Curiosidad
Junto a mi casa hay una tienda extraña. En un principio se dedicaban a la importación y exportación de no se sabe qué, pero ahora el rótulo dice que organizan sistemas de cableado. Yo siempre veo a los mismos, sin clientes, y no puedo dejar de imaginar historias de mafias rusas y reuniones clandestinas. Un día entré en la tienda, pero como no necesito ningún tipo de cableado, me limité a decirles que era vecino, y que sentía curiosidad por su trabajo. El tipo más alto y fornido me miró fijamente sin responderme, así que consideré prudente volver a casa.
- Jordi Cebrián 2 comentarios