Éstos son mis cuentos de Cien Palabras.
Ocupan eso, 100 palabras exactas, sin contar el título.
Leed uno.
Despues otro.
Despacio, sin prisa.
Hay muchos, centenares de ellos.
Para sonreir, para reflexionar, para estremecerse...
Teneis tiempo, volved cuando querais.
Necesitaba dinero con urgencia, y me recomendaron a unos prestamistas que no hacían demasiadas preguntas. No me gustó el local, unos billares abandonados donde me recibió un señor, cruce de contable y cantante de tarantelas, al que acompañaban dos enormes ayudantes. Me dieron tantos billetes como pedí, y yo tuve que dejarles nombre y dirección. Los ayudantes se los anotaron en sus respectivas agendas. Cuando sea el momento, pasaremos a cobrar, me dijeron con voz queda y mirada torva. Me fui algo intranquilo. Estoy seguro de que venderán mis datos ilícitamente y se me llenará el buzón de correo comercial.
¿Cuánto días hace que hay luna llena? Dos, tres semanas. Nadie parece darse cuenta. Lo comento en la oficina, y se lo toman a broma; me enseñan en el calendario las fases de la luna en los días anteriores. Pero había luna llena, como ahora, y se que la habrá siempre, que nunca volverá a menguar, que deberé resignarme a que los demás no me crean, y piensen falsamente que el tiempo no se ha detenido. Me mujer dice que a mi la luna siempre me afecta mucho, y que estas ideas me las provoca la luna llena. Tiene razón.
Ella, en casa, tiene serpientes. Nadie lo sabe, pues no habla de ello con sus compañeros de trabajo, ni con sus amigos; y cuando viene alguien a su casa, pocas veces, no las ven, se esconden tras los muebles, o en el altillo, o en los rincones oscuros del lavabo.
Cuando está sola, se tiende desnuda en la cama y deja que se le acerquen, y las alimenta, y las acaricia, y las domina, y despierta entre ellas. Ha soñado cosas terribles, que le duelen al pensarlas. Vuelve al ritual de la vigilia, vuelve al trabajo, y ellas la esperan.